El director francés Pascal Chaumeil nos habla de su primer largo con actores anglosajones, Mejor otro día.
Nick Hornby vuelve a estar de plena actualidad gracias a una nueva adaptación de sus novelas, En Picado. El francés Pascal Chaumeil es el encargado de insuflar vida al libro en Mejor otro día, su primera incursión en el cine anglosajón con un cuarteto protagonista de altura: Pierce Brosnan, Imogen Poots, Toni Collette y Aaron Paul. Coincidiendo con su vista a nuestro país para presentar la película tuvimos una charla con él en la que desgranamos algunas de las claves de su cine.
Pregunta: Nick Hornby es un autor que ya se ha adaptado otras veces al cine: Un niño grande, Alta fidelidad, Fuera de juego… de las adaptaciones que has visto, ¿cuál es la que más te gusta?
Respuesta: Me gustó mucho Un niño grande (Chris Weitz, 2002). Como libro prefiero Alta fidelidad (Stephen Frears, 2000), me parece que la película estaba muy bien, pero me gustó tanto el libro que me decepcionó un poco la película. Cada libro es distinto, pero antes de rodar este no vi las otras adaptaciones, para tratar de encontrar una manera personal de hacer las cosas.
P: ¿Y cómo llegas a Mejor otro día? ¿Tenías interés en adaptar la novela, te llegó el proyecto por encargo…?
R: Desde Alta fidelidad, cada vez que Nick Hornby saca una nueva novela la leo, en inglés, porque soy un gran admirador suyo. Cuando leí En picado, todavía no había empezado a dirigir, pero veía que había materia para una buena película; y al mismo tiempo, me parecía que era bastante difícil de adaptar, sobre todo si hubiésemos querido adaptarla en Francia, por ejemplo, porque había algo muy inglés en el libro. La película se me propuso, porque yo tenía un agente inglés que me preguntó si quería hacer películas en inglés, qué querría hacer, le había hablado de los libros de Nick Hornby y que me encantaría adaptar un libro suyo. Y en ese momento las productoras estaban buscando a un director para hacer la adaptación.
P: Me parece muy interesante la trayectoria que has seguido como cineasta, empezaste como ayudante de dirección y director de segunda unidad en film mucho más épicos y de acción como El quinto elemento o Juana de Arco (Luc Besson, 1997 y 1999) y cuando te has puesto al frente de un proyecto has optado por historias con un corte romántico, películas mucho más de personajes, historias más cotidianas… Cuando das el salto a la dirección, ¿tenías muy claro que este era el cine y las temáticas que te interesaban?
R: Siendo ayudante durante mucho tiempo me di cuenta de que lo que más me interesaba era trabajar con los actores. Es verdad que me atraen más las historias en las que hay una dimensión humana. Por ejemplo, cuando trabajé en Juana de Arco como segunda unidad, me di cuenta de que me cansaban un poco las películas en las que hay que rodar durante un mes a gente pegándose en el barro. Como director no me interesaba mucho. Los resultados son películas interesantes, pero yo prefiero trabajar con los actores, y que nazcan emociones con los actores y la comedia.
Independientemente del decorado y todo lo que hay alrededor, lo que nos interesa más en el cine son las relaciones entre los personajes. Mis dos primeras películas eran comedias románticas, historias de amor. Y aunque había muchos acontecimientos y aventuras alrededor, lo que nos interesa de verdad es que este hombre y esta mujer van a terminar amándose. Es lo que encontramos en las películas de Hitchcock (que me encantan), como en Con la muerte en los talones (1959), que es una película increíble, pero el núcleo es la relación entre los dos protagonistas, y es lo que me parece más interesante.
P: Vienes de hacer dos comedias románticas y en esta, aún habiendo momentos cómicos, el tono es más melodramático, ¿es la línea que te gustaría seguir en adelante? ¿Te ves haciendo un drama?
R: Me encantaría hacer un drama. Para la elección de las películas pienso en los resultados finales, pero también en el interés, en el placer o en la fuerza de las emociones que voy a tener rodándolas. En esta película, quizás más que en las otras, descubrí que cuando haces bien un momento dramático, como director puedes tener emociones muy fuertes. Por ejemplo, algunas escenas entre Maureen y su hijo son muy emotivas de rodar. La comedia y el drama son realmente lo mismo, es una cuestión de dosificación. En la comedia hay que llevar las cosas hasta un límite pero pararte a tiempo para que no sea pesado, y en el drama ocurre igual. Hay que tratar de ser emocional pero no cargar demasiado las tintas ni tener una manera poco sutil de ver las cosas.
P: Resulta curioso que, como en tus anteriores películas, aquí nos encontramos de nuevo con unos desconocidos que emprenden un viaje juntos.
R: En esta historia la manera en que los personajes se conocen es muy original y un poco arriesgada, porque es absurda. En todo caso, lo que es interesante es que nos permite coger personajes que están ya en un nivel emocional muy alto. En muchas películas pasas mucho tiempo explicando cómo los personajes llegan a ese nivel. Aquí sin embargo, arrancas con algo muy fuerte, que son unas personas que quieren poner fin a sus días.
P: Uno de los aspectos más interesantes de la película es su estructura por bloques, ¿fue uno de los motivos que te atrajo de la misma?
R: La película está dividida en cuatro grandes capítulos, y en cada uno se interesa un poco más por un personaje. Empiezas con Martin, sigues con Jess, J.J. y luego Maureen. Lo que me parecía interesante en esta película es que aprendes cosas sobre los personajes durante todo el tiempo. En muchas películas te presentan a los personajes al principio y luego hay una historia que avanza, pero no aprendes demasiadas cosas nuevas sobre su vida, sobre lo que sienten, sus secretos… Pero creo que en esta historia conservas el misterio en cada uno de los personajes. J.J. entiendes lo qué es al final, Maureen, entiendes su vida con su hijo bastante tarde en la película. Me gustaba estar en una película con una estructura distinta a las lineales. Me gusta probar cosas nuevas.
P: En tus películas anteriores contabas con el mismo equipo de guionistas y aquí ha habido un cambio; trabajas con Jack Thorne con quien no lo habías hecho antes, el guion está en inglés… ¿has podido echar en falta, quizás, esa familiaridad que da trabajar con el mismo equipo? ¿Cómo te enfrentas a una historia que te viene, por así decirlo, por encargo?
R: No, lo que me interesa es cambiar de universo. Si trabajas siempre con las mismas personas, me temo que al final acabas repitiendo lo mismo. Por tanto, lo que es enriquecedor es el encuentro con otras personas. Jack Thorne tiene su propia voz, su propio universo. Escribe mucho para teatro en Inglaterra, y tiene una imaginación y una simbología muy distinta a la mía, pero eso me interesa, me nutre, me alimenta. Es una nueva aventura. Si no, te aburres. No me obligo a cambiar constantemente, pero me parece que cambiar también está bien. Te permite también arriesgar. Antes de hacer películas, rodé muchos anuncios publicitarios. Cuando hacía cosas más familiares, tenía la sensación de que lo sabía hacer y pensaba “va a ser formidable”. y a veces no era especialmente bueno. Sin embargo, otras veces con cosas más arriesgadas con las que no sabía por dónde iban a ir, los resultados eran más interesantes. Por tanto, hay que ponerse en situación de peligro.
P: En ese sentido es, además, la primera vez que como director ruedas en inglés y con actores aglosajones.
R: Son muy profesionales los actores anglosajones. Forma parte de su oficio estar ahí a tiempo, saberse de memoria el texto, estar disponibles todo el rato en el rodaje. Ahí es donde los actores franceses (y los latinos en general [ríe]) son un poco más relajados con respecto a estos. Los anglosajones son muy serios. Es sorprendente, alguien como Pierce Brosnan que ha sido hasta James Bond nunca se queja en el rodaje. A veces estás ajustando un plano, tiene que estar lejos, de pie, esperando al sol, no estás listo… pero nunca dice «¿qué pasa? Venga, daos prisa». Cuando están en un rodaje están disponibles al 100%.
P: Sobre la elección del casting, ¿qué buscabais en cada uno de ellos?
R: Sabíamos que necesitábamos actores con cualidades múltiples. Para Martin Sharp, el personaje de Pierce Brosnan, necesitábamos a alguien que fuera encantador, seductor, que tuviera una cualidad casi de líder para el grupo. Tenía que ser alguien carismático. Y Pierce Brosnan, cuando ves sus películas, observas todas esas cualidades, y además era muy bueno en comedia (como en Mars attacks! [Tim Burton, 1996] o en Mamma mia [Phyllida Lloyd, 2008]). A Toni Collette lo mismo, la hemos visto en dramas y en comedias, y sabíamos que tenía estas cualidades. Imogen Poots, que hace de Jess, fue un casting, hicimos una prueba de pantalla y una escena muy dramática y otra entre drama y comedia, y vimos que era la mejor. Y Aaron Paul en Breaking Bad me parece que ha demostrado su capacidad de ser al mismo tiempo divertido y muy fuerte. Necesitábamos actores con una paleta amplia de posibilidades.
P: El personaje de Jess, cuando veo la película, me da la sensación de que es quien tiene el arco más amplio, es quien arranca de forma más desesperada, incita a todo el mundo a firmar el pacto y su evolución es la más acentuada… ¿Cómo se desarrolló el personaje? ¿Cómo fue ese trabajo con Imogen Potts, estaba todo muy marcado, habéis ido de la mano creando al personaje?
R: Hemos ido de la mano, sí. El personaje en el libro, incluso en el guion, siempre estaba enfadado, en cólera. Era un personaje menos emotivo, menos frágil, aparentemente frágil. Era un personaje muy divertido pero muy duro y cuando decidimos trabajar con Imogen, después de hacer algunas lecturas con ella, vi que la cólera no era su mejor registro, no es donde se sentía más a gusto. Me parecía que estaba más cómoda en una especie de desesperación escondida en la provocación. Pero la tristeza y la fragilidad estaban ahí y afloraban. Es un trabajo que se adivina un poco al principio. Por ejemplo hay una escena, la del plató de televisión, donde termina con un «déjame en paz, puta», era dura; en el guion era dura, le hablan de su hermana, empieza a sentirse frágil… Y así se van creando los personajes, dependiendo de la naturaleza de los actores. Con los intérpretes jóvenes, que tienen menos técnica, hay que adaptar un poco los personajes a lo que son, y no tratar de que entren por la fuerza en los personajes.
P: ¿Cómo se desarrolló, cómo se trabajó a nivel de dirección, de trabajo con los actores y en el apartado técnico también, la escena de la entrevista en TV? A nivel emocional es quizás uno de los puntos más altos de la película, entonces entiendo que sobre todo en lo referente al trabajo de dirección de actores, es una escena muy complicada.
R: Es una escena que trabajamos mucho en el montaje. Rodé mucho. Había dos cámaras de cine, más las cámaras de televisión, más otra cámara… teníamos muchísimo material. Construí esta escena alrededor del personaje de Jess. No es fácil para una actriz cambiar de estado de una manera tan drástica, y poder hacerlo varias veces seguidas, sobre todo para una actriz joven. La rodamos en dos partes: primero la parte de la entrevista sobre el personaje de Pierce Brosnan, y luego retomamos toda la escena pero concentrándonos más en Jess. En las escenas donde hay emociones tan fuertes, hay una o dos tomas que están bien. Después suena fabricado, o el rostro está tan destrozado (con los ojos rojos, la cara transformada…) que ya no puedes volver atrás. Es una de las primeras escenas que rodamos, creo que fue la segunda y todavía no conocía bien a los actores. Era bastante difícil la escena, pero rodé muchísimo. Ocurre con muchas escenas que en cada momento hay un personaje que tiene un papel más importante que los otros, sabes que es el núcleo, el corazón de la escena va sobre ese personaje y hay que protegerlo.
Hay otra escena en el hospital, cuando Maureen está esperando al médico, los otros estaban con ella en una mesa y dice «si estaba en la azotea no es porque no quisiera a mi hijo», es lo mismo. La escena se construye alrededor de ella. Se hace una toma y luego se hace lo de alrededor. Siempre hay un personaje al que se le favorece más que al resto. Y ahí es donde los actores realmente… se llevaban muy bien entre ellos y eran muy generosos y cada uno entendía cuando se tenía que quedar un poco fuera y dejar al otro trabajar.
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