El canadiense Chester Brown, fanático de la polémica y temas tabú, vuelve a tratar el tema de la prostitución (después de su obra Pagando por ello) pero en esta ocasión desde un punto de vista mucho más mordaz y, socialmente, delicado: la Biblia.
Para la realización de su obra el autor ha escogido una amplia y variada selección de pasajes bíblicos (del Antiguo y del Nuevo Testamento) en los que la prostitución aparece de manera directa o bien de forma sugerente.
De forma cronológica, arranca su estudio en el mismísimo Génesis con la historia de Caín y Abel (hijos de Adán y Eva, por celos Caín mató a su hermano) y es, precisamente, la historia del asesinato lo que Chester Brown quiere asociar a la prostitución. Siendo muy políticamente incorrecto, se trasnforma la historia bíblica y en esta ocasión vemos como el asesinato se da porque Caín no es capaz de dar a Dios sacrificios al nivel de los que consigue su hermano lo que provoca la ira del mismo y el homicidio familiar. Como se puede observar en ningún momento aparece una prostituta, ni siquiera una mujer pero he decidido hacer un comentario del pasaje porque con el mismo, el historietista, toma un primer contacto con la historia sagrada y al igual que los textos bíblicos ve el Génesis como un prólogo a todo, dónde los acontecimientos que allí se desarrollan tendrán consecuencias en toda la historia posterior. El único paralelismo que puedo sacar de aquí es el de la carne, Dios solo admite carne como sacrificio, lo que viene a indicar que el propio Dios es partidario de la comercialización del cuerpo.
Aquí es dónde el autor establece el inicio del que es considerado el oficio más antiguo del mundo y comienza a utilizar otras historias bíblicas, en primer lugar del Antiguo Testamento, como Rut o Betsabé para luego pasar a la segunda parte de los textos sagrados (Nuevo Testamento) y arranca con la que, probablemente, es la historia más polémica de todo el cómic en la que vemos al Espíritu Santo anunciando a María que espera a Jesús y para que José se lo crea, Dios envía un ángel de aspecto femenino y desnuda que le dará la noticia. Continua el libro con historias que involucran a Mateo o a la meretriz más conocida de la historia de la humanidad, María Magdalena.
Chester Brown divide sus páginas en cuatro viñetas alargadas dónde no suele juntar a más de dos personajes porque precisamente esa sencillez, esa intimidad entre cliente/profesional es lo que busca en cada una de sus historias. Con un dibujo simple y caricaturescto, Brown da su visión de la prostitución y, de alguna manera, nos damos cuenta que reflexiona sobre la misoginia en la Biblia y aunque en muchas ocasiones aparece de manera indirecta, la comercialización del cuerpo femenino es algo constante; lo interesante es que él no considera el oficio como algo que se pague y se reciba el servicio en cuestión, si no la mera utilización de la figura femenina para cualquier tipo de bien masculino. El punto común en estas historias es que, casi siempre, es la mujer la que sale triunfante dejando al hombre en ridículo y, aunque nunca lo hará en público, la figura masculina siempre acaba sola evidenciando así su nula capacidad de relación interpersonal.
Concluye su novela con un amplio epílogo dónde argumenta porqué ha elegido ciertos pasajes del texto bíblico, justifica sus decisiones y licencias históricas; y añade una bibliografía que evidencian el trabajo de investigación que se ha llevado a cabo para escribir el cómic.
En definitiva, polemiza Chester Brown sobre uno de los temas preferidos para polemizar por unos y tabú para otros tantos, polemiza con elegancia, estilo propio y, sobretodo, un fondo. María lloró sobre los pies de Jesús es divertida, reflexiva y da bofetadas a quién se lo merece, una obra única y visceral no apta para mentes cerradas.
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