«Pues a saber cuál de los dos ha apretado el gatillo«
Llega este segundo mega-tomo de la edición coleccionista de I Am a Hero que está sacando Norma casi al punto en el que se quedaba aquella película que yo disfrutara en 2017 y que reclamaba el heroísmo en el personaje menos dado a expresarlo de todo el mundo: un mangaka acabado con terrores nocturnos y un sentimiento de inferioridad atroz. El manga de Kengo Hanazawa se toma algo más de tiempo para llevar a nuestros protagonistas, Hideo y la recién rescatada Hiromi, al destino que viéramos en la gran pantalla y utiliza este espacio extra para profundizar en la química entre los personajes (por un tiempo unido su destino al de un fotógrafo que recorre el desolado Japón que ha quedado en busca de la instantánea que capture esta nueva realidad) y también para explorar cómo la expansión del virus va afectando a otros grandes núcleos urbanos por toda la nación.
Comienzan a aflorar los instintos menos heroicos de Hideo justo a tiempo para que la presencia de la estudiante de bachillerato que es Hiromi le lleve a mantenerse firme como no lo ha sido en toda su vida, convirtiéndose precisamente esta chica que pone sus esperanzas en él en la piedra de toque que Hideo necesitaba para abandonar su estancamiento. El personaje que en el primer volumen escapó de Tokio por los pelos y sin darse verdadera cuenta de lo que estaba sucediendo comienza a tomar verdadera noción de lo que ocurre a su alrededor no sólo con los infectados, sino con el resto de humanos que van quedando en una nación que se va sumergiendo poco a poco en el caos conforme la infección pasa de unas ciudades a otras y de ahí a los pueblos y los lugares más recónditos. Así, si el primer volumen de I am a Hero comenzaba lento para luego lanzarse a una carrera desbocada en pos de la salvación, esta segunda entrega frena un poco para permitirnos conocer mejor a algunos de los últimos seres humanos de Japón.
«Yo no tengo la culpa… La culpa es de lo que ha ocurrido«
Me está encantando este reencuentro con el manga de Hanazawa, pese a que la edición de Norma sea de todo menos cómoda. Contiene esta segunda entrega la friolera de treinta y seis capítulos, lo que vendrían a ser unos cuatro volúmenes normales de los que solemos consumir de manga. Para que os hagáis una idea, la actual edición coleccionista de One Piece aguanta tres tomos normales por cada tomo especial y ya cuesta llevarla en el transporte público, no puedo ni imaginar el tormento que debe suponer tratar de abrir estos tomos sin la ayuda de un atril o del sofá de casa. Creo que debería haber un límite entre lo que es atractivo par el coleccionista de cómics y lo que es factible de ser leído en cualquier parte y por cualquier tipo de persona. De poco me sirve fardar de esta nueva edición si no puedo pasearla ni casi prestársela a nadie a no ser que vengan a verlas estanterías de mi casa y se traigan su propia mochila.

Norma presenta imágenes como ésta a todo color en su edición y la verdad es que son una gozada
Termina este número en una situación de relativa calma en los tejados de un centro comercial. Pero todo apunta a que esta pax está a punto de saltar por los aires, sobre todo cuando uno comienza a tomar consciencia de los ‘sacrificios’ necesarios para que todo vaya bien y no falte comida para los acampados. Aquí volvemos a ver a Hideo evolucionar, del nini que es alérgico a la toma de decisiones al héroe que recorre Japón en compañía de una cría infectada que, sin embargo, no trata de merendarse la cara de su compañero de viaje. I am a Hero está escrita que da gusto (y muchas ganas de leer) y esta dibujada por ángeles, aunque sea sólo para mostrarnos algunas de las caras más desagradables del ser humano.
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