Con el quinto volumen de la Edición Coleccionista de Neon Genesis Evangelion (publicado por Norma Editorial) encaramos la que es ya la recta final de la mítica obra de Yoshiyuki Sadamoto y Khara. Algunas verdades empiezan a salir a la luz y se confirman otras tantas sospechas, mientras que la neutralidad de algunos personajes se pone en entredicho. Se acerca el final y unos y otros han de posicionarse.

«No hay tiempo para excusas»

Tras los acontecimientos del volumen anterior Shinji queda relegado al banquillo buena parte de este quinto tomo. Es decir, aunque su presencia no disminuye -sigue siendo el protagonista-, su participación pasa a ser reactiva. Poco o nada puede hacer para evitar muchos de los dramas que tienen lugar en estas páginas y solo puede ser testigo de ellos. Una impotencia marcada por la edad -no olvidemos que aunque juegue a ser adulto no es más que un crío de 14 años- y por la distancia, pues en esta ocasión se ve obligado a ver a los EVA de Asuka y Rei pelear mientras él aguarda como reserva.

Así, el foco pasa a estar sobre las dos chicas… y sobre el quinto niño. Cuando las cosas parecían que no podían enredarse más, Sadamoto presenta a Kaworu Nagisa y complica más la situación. Aunque solo en el plano emocional. Su llegada tensa aún más muchas de las relaciones entre los protagonistas, pero al mismo tiempo empieza a arrojar luz sobre las intenciones de unos y otros. Su aparición constata -si alguien aún tenía dudas a estas alturas- de que aún con el futuro de la humanidad en juego, cada cual hace la guerra por su lado y siguiendo intereses personales.

La verdad se va abriendo paso. Y lo hace de manera terriblemente angustiosa. Asuka quizás es quien más sufre en este sentido, pero no es la única. Así mismo, las sospechas que teníamos sobre Rei se confirman también de la manera más cruda posible, al tiempo que cobran una nueva dimensión. Las consecuencias de estas revelaciones van a ser inmediatas a partir de ahora, obligando a Shinji a tomar la iniciativa antes que después. Las grandes preguntas son persistentes, pero las respuestas empiezan a asomar y prometen no dejar indiferente a nadie.