Mi Semana con Marilyn

Mi Semana con Marilyn: Un filme menor con soberbias actuaciones

No era una gran actriz. Tampoco irradiaba demasiada inteligencia. Siempre llegaba tarde a los rodajes y se pasaba las horas entre alcohol y barbitúricos. Era incapaz de ser feliz. A pesar de todo había días (los menos) en los que se levantaba de buen humor. Y era durante esos días cuando demostraba al mundo de lo que era capaz. Marilyn Monroe inventó la naturalidad frente a la cámara. La inocencia de su mirada transmitía sin embargo pura sexualidad. El mito sexual se hizo mito cinematográfico. El infierno sienta bien y Marilyn era un alma maldita. Una estrella fugaz que murió por culpa de su vulnerabilidad.

 

Michelle Williams en Mi Semana con Marilyn

 

Documentales, libros, fotografías… era cuestión de tiempo que se rodara una película sobre la bomba sexual de los 50′. Lo raro es que ha sido un director inglés (curtido en series), producido por la BBC, el encargado de resucitar a Monroe. Simon Curtis ha elegido la morbosa historia entre un joven ayudante de dirección y la estrella de cine como hilo conductor de este biopic que ojalá pudiera describir como atípico.

 

La película se queda corta en bastantes aspectos. No refleja bien la época, la banda sonora es irregular, la construcción del personaje principal es defectuosa y la mitad del metraje consiste en ver como Eddie Redmayne babea. Redmayne interpreta a Colin Clark, el afortunado imberbe que se deja seducir por la actriz, pero lo que hace que este filme merezca la pena realmente es el duelo actoral entre Kenneth Branagh y Michelle Williams interpretando el choque de egos que se produjo durante el rodaje de El príncipe y la corista entre Sir Laurence Olivier (él) y Marilyn Monroe (ella).

 

Faltan escenas de plató y sobran paseos por los jardines. Cuando Curtis se decide a contarnos los entresijos de un rodaje desesperante es cuando la película gana. El temperamento de un actor como Oliver (el típico y orgulloso actor de teatro) contra la inocencia y la torpeza de una actriz instintiva pero tremendamente desequilibrada. Es asombroso ver como Michelle Williams se transforma en Marilyn. Su mirada y sus gestos son idénticos a los de la protagonista de Con faldas y a lo loco, tanto que en ocasiones olvidas si estás ante la viuda de Heath Ledger o ante la verdadera Marilyn Monroe.

 

Kenneth Branagh en Mi Semana con Marilyn

 

El trabajo de Kenneth Branagh es igualmente soberbio. El actor pasa del odio a la admiración de forma tan natural que parece fácil hacer lo que hace.

 

Pero a pesar de estos dos talentos la película no puede disimular su aspecto de cartón piedra. Aparece la Marilyn drogadicta, acomplejada y triste pero su personaje está tan edulcorado que pierde todo el morbo. A pesar de ser una historia real hay ciertas licencias que hacen que el filme parezca en ocasiones una historia cursi sobre el primer amor. Bien rodada y bien interpretada pero con un montaje regular y un guión flojo. My week with Marilyn es una película menor.

 

Si realmente os apetece ver un documento sobre este mito de los 50′ echad un ojo a The Misfits, una amarga y desgarradora película en la que se vislumbra el trágico final de la maravillosa actriz.

 

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