Junto a Batman y Superman, Wonder Woman es el buque insignia de DC comics. Sobre esta trinidad superheroica se ha levantado el todo el universo DC y claro, un reinicio de este no sería lo mismo sin la amazona. Por ello, después de abordar las nuevas colecciones del hombre de acero y del hombre murciélago, llega la hora de hablar de la nueva etapa de la mujer maravilla.
Cierto es que a lo largo de los años la heroína más popular de DC no ha gozado del mismo éxito que sus compañeros cuando ha tenido que enfrentarse a series en solitario, obteniendo mejores resultados como participante en los grandes eventos. De ahí que una nueva serie regular con todo el protagonismo para ella sola no vaya a entusiasmar (a priori) a lo lectores. Menos aún cuando el encargado de guionizar la historia es Brian Azzarello. Sí, es el autor de la afamada 100 balas, pero también es el responsable de una de las etapas más anodinas de Superman. Muchas voces decían que el género superheroico le venía grande… hasta ahora.
Wonder Woman ha llegado pisando fuerte y marcando territorio con un tomo en tapa blanda que incluye los cuatro primeros números de la edición norteamericana, así como las cuatro portadas originales y un breve texto de presentación que viene a resumir las intenciones de Azzarello y el dibujante Cliff Chiang respecto a esta saga que acaba de arrancar.
El reinicio de las aventuras de la princesa amazona se encuentra a medio camino de lo leído en Superman y Batman. Mientras que con el primero Grant Morrison se atrevió a despojar al kriptoniano incluso de su traje y le convirtió en un indignado; Scott Snyder prácticamente obvió que estábamos ante un nuevo universo con su versión de Batman. Azzarello, por su parte, da por hecho que todos conocemos a Wonder Woman, pero se toma la molestia de presentar su origen (en dos magníficos flashbacks) al tiempo que lo matiza lo suficiente para darle un nuevo significado. Este matiz, además, cobra vital importancia para el devenir de la trama. Con esta estrategia el guionista se garantiza que los nuevos lectores entren enseguida en su universo y que los veteranos no experimenten sensaciones de déjà vu y pierdan el interés a las primeras de cambio.
Uno de los aspectos más interesantes de este primer volumen es el tiempo que tarda el guionista en presentar a Diana (Wonder Woman); hasta la página 11 no tiene su primera línea de diálogo (tras haber hecho aparición solo una hoja antes). Antes de llegar a ese punto Azzarello se ha esmerado en construir todo el mundo que la rodea, cimentando las bases de la trama y presentando a los distintos actores de la misma. Estamos ante una historia que deja la vertiente heroica a un lado, metiéndose de lleno (por este orden) en la intriga y en la mitología.
La nueva etapa de Wonder Woman abraza de lleno la mitología griega jugando con alianzas, conspiraciones, secretos revelados… con los dioses dando rienda suelta a sus pasiones y maldades, mostrando toda su humanidad y moviéndose cegados por envidias, ambiciones y rencores. Y todo arranca con una infidelidad de Zeus. El padre de los dioses es el motor de la historia y no hace acto de presencia (directamente) en las 96 páginas que ocupa este volumen.
¿Y el dibujo de Cliff Chiang? Trazos sencillos y gran colorido, enfatizando así el carácter icónico del personaje. Un aspecto llevado a su máxima expresión en las portadas. De esta forma la voluptuosidad que ha caracterizado otras etapas de la serie ha desaparecido. En su lugar tenemos algunas imágenes que saben insinuar con mucha elegancia y otras de una violencia que ya querrían para sí muchos relatos de terror.
El futuro se escribe con W. El futuro pertenece a Wonder Woman.
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