Luther Strode es un Peter Parker de la vida. Un chico introvertido, con problemas para comunicarse con las chicas que le gustan y blanco de los matones del instituto. Un día recibe un libro, El método Hércules, que le promete convertirse en todo un hombre. Pero todo gran poder conlleva… a estas alturas todos sabemos lo que conlleva. ¿O puede que no?
El trío responsable de este volumen, Justin Jordan, Tradd Moore y Felipe Sobreiro, intenta darle la vuelta al concepto y encontrar un nuevo final a la frase a partir de la violencia desmedida que impregna sus páginas. Y es que las tres primeras páginas (que funcionan a modo de prolepsis narrativa o flashforward) dejan muy claro el carácter de la obra, recomendada para lectores adultos (tal como indica en su portada).
Los autores no se andan con chiquitas al mostrar una violencia en la que los desmembramientos y los ríos de sangre son la nota predominante. Un detalle que puede resultar gratuito pero que responde a las influencias de sus responsables, desperdigadas en forma de homenaje a lo largo de las viñetas. Casi todas (las más evidentes) cinéfilas: Halloween, Viernes 13, Akira o El Gigante de Hierro. Aunque también tienen espacio para La Patrulla-X, el All Star Superman de Grant Morrison y Dragon Ball Z.
Si bien analizando en profundidad algunas de estas influencias se podrían hacer teorías sobre el interés del trío por el sacrificio personal en favor de un bien mayor o los outsiders, lo cierto es que responden más al guiño de un fan que otra cosa. Y esta es la sensación que queda en el lector una vez leído El extraño talento de Luther Strode: se trata de un cómic hecho por fans que quieren presumir ante otros fans.
No tiene más. Uno de los referentes (quizás más tópicos) que tiene esta obra es Kick-Ass de Mark Millar en temática y tono. Y no está mal. Cuanto más alto sea el modelo a seguir, más te vas a esforzar en tu trabajo; pero no han sabido despegarse del todo para crear algo nuevo.
El extraño talento de Luther Strode es un cómic más que correcto, que sabe mantener la atención del lector y resulta muy entretenido. Incluso tiene algunos giros de notable calidad; pero desaprovecha el potencial que tiene. Acaba yendo por los lugares comunes que todos conocemos y nos vende una historia que en el fondo ya hemos leído. En este sentido tampoco ayuda que los personajes hagan del estereotipo su bandera.
Como en muchas óperas primas (si hablamos de cine), la historia de Luther Strode muestra buenas intenciones, pero se queda a medio camino. En estos casos las reescrituras de guión parecen estar infravaloradas y no, más de una habría salvado buenas ideas que se quedaron en mediocres (que no malas, sino de calidad media, convencionales).
Aún así, no estaría de más seguir durante un tiempo la pista a estos Justin Jordan, Tradd Moore y Felipe Sobreiro.
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