Estela Plateada: Negro

Estela Plateada. Negro: Heraldo desatado

Estela Plateada: NegroPanini Cómics recopila en un Marvel Deluxe (tal y como prometió en el integral de Guardianes de la Galaxia de Donny Cates) la miniserie que Cates dedicó a Estela Plateada y que nacía como spin-off de las aventuras de sus guardianes… pero también como un velado prólogo a su gran evento marvelita: Rey de Negro.

 

«Fue el último momento en el que sentí paz»

 

Quedaos con esas ideas: aventura derivada de Guardianes de la Galaxia y antecedente de Rey de Negro. En esta ocasión, el artículo de Julián Clemente que sirve de prólogo al cómic, en vez de contextualizar y allanar el camino a los lectores, lo único que consigue es confundir y enturbiar con un tono excesivamente resabido que anota obras y nombres de autores sin ton ni son. Sí que da en el clavo cuando habla de que esta aventura de Estela Plateada puede leerse y disfrutarse como lectura independiente. Cates mira siempre a lo suyo y presta poca atención a lo que han construido otros antes que él.

 

Tened esto en cuenta si venís de leer la etapa de Dan Slott y Mike Allred al frente de las aventuras de Norrin Radd y Dawn Greenwood, que según lo dispuesto en estas páginas parece haber quedado relegada a un texto apócrifo o un What if del que fuera heraldo de Galactus. A Cates le da igual. Como también le da igual explicar porqué nuestro protagonista acaba de negro. ¿Por qué? Porque le mola.

 

Ya nos tiene acostumbrados a que sus obras se lean con relativa ligereza y que importe más el espectáculo y los giros de guion que el desarrollo de sus personajes. Estela Plateada: Negro no es una excepción. Cates tiene muy clara cuál es la fórmula que le gusta y le funciona y va con ella hasta el final. Y así es como hay que tomarse esta aventura, como un divertimento desenfrenado en el que importa más el qué que el cómo o el porqué.

 

Estela Plateada: Negro

 

A diferencia de otros trabajos, Cates cuenta aquí con dos factores que ayudan a elevar su Estela Plateada. El primero es la citada independencia y la falta de ánimo en recoger la herencia de quienes le antecedieron. Un descaro que le lleva a reinterpretar algunas cuestiones relacionadas con el origen de algunos personajes (entre ellos el propio Norrin) y con la propia mitología marvelita, ofreciendo así interesantes perspectivas sobre los mismos. ¿Reinterpretaciones que llegan para quedarse? ¿O quedarán en el campo de la experimentación y visiones personales? El tiempo y futuros autores dirán.

 

El segundo, y más importante, es su estrecha colaboración con Tradd Moore (a quien conocimos hace años con El extraño talento de Luther Strode) y Dave Stewart. El dibujante y el colorista llevan a Estela a unas originalísimas cotas que convierten la obra en una experiencia casi lisérgica. Como los Allred durante su etapa, Moore y Stewart ven en el espacio profundo el escenario perfecto para jugar con colores y formas y exprimir la imaginación, creando la ilusión de que cualquier cosa es posible. Y esta, al final, es la clave: creer que nada es imposible.

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