Nueva doble entrega de la colección publicada por Panini Cómics. Nick Spencer parece estar haciendo todo lo posible para que Restos mortales sea recordada como su gran contribución a la trayectoria de Spiderman, escribiendo uno de esos capítulos en la vida del trepamuros recordados durante años. Veremos.

 

«Este sitio da escalofríos, ¿no?«

 

Las intenciones están ahí desde hace meses. Spencer ha cocinado a fuego lento el plan maestro de Pariente para doblegar a Peter Parker y se ha preocupado de que, cuando llegara el momento, algunos de los personajes más importantes de su vida estuvieran presentes: desde Mary Jane o Felicia Hardy a los Osborn. Ya no hay vuelta atrás y Spiderman deberá enfrentarse a sus demonios.

 

Demonios es plural, porque este arco argumental no solo le hace revivir los demonios del pasado, sino que le enfrenta a un demonio de verdad. Uno que, por otra parte, también toca la puerta desde su pasado. Por fin conocemos su identidad (y su verdadero rostro), pero sigue habiendo una nebulosa en cuanto al cómo y el por qué.

 

En este punto el guoinista apuesta por reinterpretar la historia del personaje, buscando huecos en los que perfilar las condiciones necesarias para la génesis de Pariente mediante ¿retrocontinuidad? Aún es pronto para saber el alcance de lo narrado, pues Spencer se guarda unos cuantos ases en la manga. Ahora bien, en este juego de revisitar el pasado, en concreto el de Un nuevo día, puede estar dejando de lado a una parte del público. La forma tan críptica con la que está abordando el argumento resulta especialmente satisfactoria para quienes tengan fresca aquella saga, pero quienes no la conozcan o la tenga olvidada no solo no pillarán los guiños, sino que incluso podrán sentir cierta sensación de pérdida. Y es que por mucho que el mefistazo estuviera de por medio (y o Spencer juega al despiste o finalmente no se resolverá ese punto en concreto), los acontecimientos de Un nuevo día distan mucho de figurar entre los más icónicos del personaje.

 

Sea como fuere, Restos mortales posee un estimable carisma y sabe como enganchar al lector. Las propias portadas de los números que nos ocupan son un gancho muy poderoso y dan buena cuenta de la carga dramática que se esconde tras las mismas, con Peter dándolo absolutamente todo para frenar a Pariente, un enemigo que ha logrado -como pocos- sacar toda la furia (desesperada) de nuestro trepamuros.