Dos de los aspectos que abordamos en el post del primer volumen del yuri El chico que me gusta no es un chico quedan, más que menos, resueltos en este artículo de Panini Cómics sobre curiosidades de la obra. La primera echa por tierra nuestra teoría acerca del color (no es una referencia al tritono musical, sino que fue una decisión espontánea de última hora) y si bien no hay una playlist de los tema que aparecen en cada tomo, existe una playlist oficial disponible en este link.
«¿A quién prefieres, a Kanna o a mí?«
Una playlist de esas que nos llevan a otra época y nos trasladan directamente a la tienda de discos regentada por Joe. Quienes crecimos con aquellas canciones nos sentiremos como en casa, mientras que quienes por edad o estilo no las conozcáis, igual tenéis un flechazo con alguna de ellas. Porque si le gustan a Mitsuki, seguro que no están mal.
Porque si algo queda claro después de dos volúmenes, es que Mitsuki es capaz de enamorar a cualquiera. Detrás de esa fachada de chica introvertida y misteriosa se esconde un personaje de enorme potencial, tanto de cara al público, como en la propia historia. Y ahí entra Aya, que cargando también con sus dudas e inseguridades se propone hacer brillar a la chica que le gusta. Ambas enamoradas -de momento siguen bajo la etiqueta de amigas- piensan en todo momento en la otra, buscando su felicidad y su desarrollo personal, buscando el modo en que el mundo las vea como se ven la una a la otra.
Sumiko Arai ha creado a una pareja protagonista muy achuchable, que vive con enorme intensidad todos esos pequeños momentos que conforman el florecimiento del primer amor. En ese sentido, sin alejarnos de la órbita de Panini Manga, la dinámica entre ambas puede recordar -salvando las distancias- a la de Marin y Wakana en Sexy Cosplay Doll: la ternura y la admiración se mezclan con la torpeza y los malentendidos de ese amor no declarado abiertamente.
«Quiero que me escuches con buena acústica»
La trama, por su parte, sigue los cauces esperados. Después de superar la fase del «chica conoce chica» y asentar la complicidad entre ambas, es el momento de llevar dicha relación a una esfera social y establecer dinámica de grupo. En este proceso, sin embargo, Narita queda un poco descolgado. También porque en este nuevo tomo se presenta a un nuevo personaje y la mangaka busca profundizar en las circunstancias familiares de Mitsuki. Al respecto, la presentación de Kanna es todo un acontecimiento que permite a Aya (y a nosotros) descubrir aspectos del pasado de Mitsuki, así como de su misma forma de ser; además de plantar la semilla del que será el siguiente gran obstáculo de esta incipiente relación.
Por ponerle un pero al cómic, hay escenas que requieren de una lectura más pausada porque están plagadas de diálogos, texto de pensamiento y viñetas dispuestos de una forma un tanto caótica, sin que haya una relación fluida entre todos los elementos y es fácil perderse y no saber quién dice qué o a quién. Por suerte no es algo habitual, aunque parece poco probable que la autora llegue a remediarlo en algún momento.
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