«Hagamos lo que más nos gusta. Disfrutemos del combate«
Tras el jarro de agua fría que nos cayó en Kaiju No. 8 #10, llegamos a dos números de pura lucha encarnizada con mucho por desgranar. Tenemos un poco de todo, de soldados que sólo luchan por el reconocimiento del superior al que idolatran a prodigios que se cansaron de caminar entre algodones pasando por la auténtica ida de pinza del subcapitán Hoshina y su armadura perturbada. Un par de tomos que sirven para sacar algo de brillo a varios de los personajes secundarios de este manga mientras nos preparamos para la batalla final que se va adivinando conforme van pasando los capítulos del manga y que, al final de Kaiju No. 8 #12 ya se nos presenta sobre la mesa lista para ser degustada.
Son dos tomos, además, que giran bastante en torno al concepto del maestro y el discípulo, el muro que se ha de escalar y quien se empeña en superarlo sin importar los obstáculos. Así, de menos a más, de más débil a más fuerte, comenzamos con la batalla que cerró el décimo volumen de la colección. La desigual pelea entre el ‘corredor’ y la líder de pelotón Shinonome propicia la primera salida del plan trazado por parte del protagonista del manga y nos cuenta como la mera admiración y el deseo de ser reconocido a veces no bastan para llegar a las más altas cotas, esas reservadas para los auténticos genios, pero como en ocasiones esos sentimientos se traducen en una determinación que basta para, sumada a la de otros cuantos, lograr objetivos que, a bote pronto, pudieran parecer imposibles o descabellados. Shinonome no basta para detener a un monstruo de la fuerza del que aparece en su zona, pero su determinación es lo suficientemente fuerte para retenerlo hasta que llegue la caballería.
«Dame un respiro idiota, no puedo ni moverme«
Seguimos para bingo con uno de los personajes principales de esta historia: Kikoru. La batalla de esta heroína siempre ha estado en el terreno de lo emocional / psicológico. Su vida dio un giro hacia la dureza con la muerte de su madre en el campo de batalla y desde entonces ha luchado por cumplir con las expectativas de un padre que siente ausente y que, por giros del destino, se ve obligada a ver caer más allá del campo de batalla en el que ella está ahora luchando. Esta doble tragedia ha hecho mella en su mente y, aunque nos encontramos ante una soldado dura y capaz, también se convierte en un bloqueo que la impide avanzar. Precisamente, el que Kafka elija ir a rescatar a Shinonome y el hecho de que demuestre su confianza en ella al dejar que luche su propia batalla rompe este nudo en su cerebro de una manera que me parece bastante guay.

Planeta incluye en Kaiju No. 8 #12, como siempre, algunas espectaculares ilustraciones del maestro Matsumoto
De ahí saltamos a la, lo siento, intrascendente batalla del capitán Narumi (un remix de las dos anteriores en el fondo, sin demasiado por rascar) y de ella a la que más me ha llamado la atención de estos dos tomos: la pelea a espadazos del subcapitán Hoshina. Más allá de la espectacularidad que observamos en el enfrentamiento, lo interesante radica en las motivaciones de quien primero apostó por Kafka. La unión de este personaje con la armadura que ha sido creada a partir de los restos del décimo kaiju no nos está dando más que sorpresas y grandes momentos y en Kaiju No. 8 #12 no iba a ser menos. Y es que, si quitamos todo lo que hemos leído sobre ídolos y seguidores, si apartamos un momento la mirada sobre las nobles intenciones acerca de proteger y servir… ¿Qué nos queda? Este tomo contiene una de las enseñanzas que nunca esperé encontrar por aquí, que no es otra que la de ‘chaval, disfruta con lo que haces y dejará de ser un trabajo‘. Me parto.
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