Jason Latour y Mahmud Asrar toman el relevo de Jason Aaron al frente de la cabecera estrella de los mutantes.

«Que no te dé miedo evolucionar«

Nueva etapa. Se acabó el humor y la profundidad de Jason Aaron y le toca el turno al estilo personal de Jason Latour al frente de una de las cabeceras más potentes con las que han contado los mutantes en los últimos años… Ojalá, lo digo en serio, pudiera decir tal cosa, pero Latour peca en su Lobezno y la Patrulla-X #1 (en Norteamérica se renumera la serie) de un excesivo espíritu continuista. Esto, que no tendría por qué ser un problema (si ha funcionado como un reloj durante dos años, ¿por qué no estirarlo un poco más?), comienza a mostrar grietas cuando el escritor demuestra que es imposible copiar el estilo de otra persona ya desde los primeros compases de su propia obra.

A este guionista lo hemos visto al frente de series como Soldado de Invierno o Punisher y cabría esperar de él un relato serio y oscuro acerca de los duros tiempos que se avecinan en el Instituto Jean Grey (no perdamos de vista La Muerte de Lobezno, serie que llegará a España tras el verano). Sin embargo, Latour no es capaz de apostar en firme por su propio estilo y se deja caer en un punto intermedio entre lo que hemos visto hasta ahora y lo que él está acostumbrado a ofrecer para firmar un primer capítulo poco menos que lamentable en el que los personajes no hacen otra cosa que lamentarse de su tranquila y agradable situación actual (en plan «qué pena que todo nos va bien«) mientras el autor deja bien claro cuál va a ser la trinidad sobre la que va a hacer girar su relato a partir de ahora.

«Si el futuro ya está trazado, ¿cómo puede ser alguien responsable de sus actos?«

Este triángulo protagonista no es otro que el formado por el pelirrosa Quentin Quire, y los atormentados Idie y Génesis. Aaron ya dejó trazado un leve esquema de lo que les esperaba a estos personajes, obligado como está uno de ellos a demostrar para lo que vale, mientras que otro trata de escapar del destino que lleva escrito en las líneas que recorren su cara y la tercera trata de vivir como una persona después de mucho tiempo considerándose a sí misma como el monstruo que todo el mundo dijo que era. Apartados quedan (tras lo mucho que costó traerle de vuelta) nuestro querido Nydo y los personajes que se encuentran ahora mismo «prestados» a otras series (Bobby, Bestia y Rondador en La Asombrosa Patrulla-X, Tormenta en su particular X-Force, Lobezno huyendo de su propia serie…) salvo aportaciones puntuales y a la espera de ver qué pasa con el nombre de esta cabecera tras el evento de septiembre en Estados Unidos.

El Quentin Quire que nos ofrece Latour se encuentra aún en estado de shock tras la graduación que le cayó del cielo en el número anterior y afronta las «vacaciones» de verano con la losa de la responsabilidad recién adquirida colgando del cuello mientras las revelaciones de La Batalla del Átomo comienzan a asentarse en su mente adolescente. Esto se traduce en una repentina desaparición del chico Omega respondón y rebelde y su sustitución por el pelele que precede a estas líneas y del que sólo podemos esperar que termine explotando, por el bien de todos. Más natural es la evolución de Idie, cuyo progreso bajo los guiones de Aaron ya fue espectacular, y que ahora ve como llega el momento de dar un paso al frente y liderar a los estudiantes del Instituto dirigido por Lobezno y Tormenta. A Génesis, por el contrario, lo vamos a ver sumergirse poco a poco en una espiral que (a no ser de que cambien mucho las cosas) le va a llevar a completar el círculo alrededor de su destino que ya comenzó en la X-Force de Rick Remender.

«¿Quieres ver lo que te consiguen tus sueños?«

El trabajo de Mahmud Asrar a los lápices también es de corte continuista con respecto a lo que nos ha venido ofreciendo Nick Bradshaw, sin embargo el artista austríaco se desmarca a través de una vistosísimas splash-pages de todo lo anteriormente ofrecido por la serie, invitándonos a soñar con lo fabulosas que pueden llegar a lucir las batallas si salen de su mano.

Flojo, muy flojo comienza Latour con su etapa al frente de Lobezno y la Patrulla-X. Cierto es que a partir del segundo capítulo comienza a mostrarnos el germen de una saga prometedora, pero a no ser que se decida con el tono que quiere darle a su obra, se auguran oscuros nubarrones para la que ha sido la serie estrella de la constelación mutante.