«Trabajar consiste en hacerles la vida más sencilla a quienes nos rodean«
Quienes me conocéis o habéis leído ya unos cuantos artículos míos sabéis que, aparte de volcar en esta maravillosa revista mis pensamientos y memeces, me gano la vida en el mundo de los seguros de aviación (¿qué loco, no?). Pues bien, una de las cosas simpáticas e interesantes de este trabajo es que me permite relacionarme con gente de muchos países -como Japón, por ejemplo- y otra es que me permite leer Salaryman Z, la nueva locura que publica Panini con guión de Number 8 (de quien Milky Way está publicando su otra obra: Strand) y arte de Ten Ishida, con el punto de vista de un salaryman actual, aunque sea en España en lugar del País del Sol Naciente. De la primera de estas ventajas he logrado extraer la enseñanza de que los japoneses son extremadamente rectos en su admisión de culpa, sin importarles lo que ponga en un contrato, con una visión que hunde sus raíces en el honor y la palabra dada que choca frontalmente con la picaresca española y con otras filosofías occidentales. El otro bonus… ha logrado que sienta Salaryman Z como un manga escrito especialmente para un tarado como yo.
Es duro, pero sé quién de mis compañeros de oficina sería Yûsaku Maeyamada, el anacrónico protagonista de esta historia y he conocido a varios Ryûichi Kiritani a lo largo de mi vida laboral. Y he de decir que no soporto a ninguno de los dos. Uno representa a una casta de trabajadores que debería haberse extinguido hace eones y que ha convertido las horas de oficina en el eje central de sus vidas, haciendo que todo lo que queda más allá (incluida su propia familia) quede en un segundo plano. El segundo es la imagen del moderno depredador, del ambicioso trabajador que escala puestos sin preocuparse demasiado de dónde pone los pies ni de las manos en las que se ha apoyado para encumbrarse a toda velocidad. Representa todo lo que no deberíamos ver en una oficina, a aquel que, a pesar de sus grandes ideas a gran escala, dinamita las relaciones y el ecosistema de las personas con las que tiene el gusto de trabajar. Representa al narcisista al que la sociedad actual ha aupado al trono de cumbre del individualismo.
«Mis acciones deberían reportarse al comité interno de conducta«
Y, sin embargo, Salaryman Z funciona con dos protagonistas que en la vida real detestaríamos. Esa es precisamente la gracia de este cómic: una historia de zombies que podría recordarnos al Zom100 que también publica Panini o al I Am A Hero que ha resucitado (chiste malo) Norma Editorial, pero que basa su trama en algo tan sórdido y cachondo como el corporativismo y las relaciones dentro de una gran empresa con cientos de empleados. Number 8 combina a la perfección momentos de tensión gore propios del género de terror con otros que parecen puro slice of life de oficina y algunos que parecen sacados de un panfleto aleccionador del curso que hiciste antes de entrar a envolver regalos en el Corte Inglés. Todo ello sazonado con pequeñas dosis de humor aquí y allá que relajan el tono y hacen de este manga una pequeña maravilla.

Salaryman Z #1
El manga lleva cinco tomos en su país de origen y, a tenor de lo leído en este tomo, me parece una auténtica bendición. Pocas veces se nos ofrece a los trabajadores de oficina una oportunidad tan gratuita y salvaje e reírnos de nuestras propias costumbres y nuestros vicios más autodestructivos. Se viene este cómic conmigo a un pequeño olimpo en el que hasta ahora sólo había tenido cabida una joyita como pudo serlo la película Mayhem (Joe Lynch, 2017).
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