En el tomo anterior, Los días de nuestra vida, Peter Parker vivía apesadumbrado, era la sombra de lo que siempre fue. La «muerte» de Mary Jane le había noqueado por completo. Y aunque ésta volviera a su vida, el joven Parker tenía que seguir tirando de su sentido del humor para enmascarar sus verdaderas emociones. Un Spider-Man como pocas veces hemos visto y que en este A lo mejor el año que viene, Paul Jenkins sigue explorando.

Peter lleva una vida de soltería, sobrellevando esta nueva situación para él con la esperanza de que Mary Jane decida volver a su lado. Así, mientras todos sus amigos insisten en que siga adelante, nuestro héroe opta por el camino de la soledad, machacándose (cosas rara en él, ¿eh?), pero deleitándose y deteniéndose en las pequeñas cosas que le ayudan a levantarse con una sonrisa cada mañana y ver el mundo un poco menos jodido de lo que es.

Esta colección (publicada originalmente de forma paralela a la cabecera principal de la franquicia: The Amazing Spider-Man durante la etapa del gran Stracynski) es una lectura obligada para todo aquel que quiera profundizar en la figura de Peter Parker. Se dice que son los momentos de debilidad, aquellos nos obligan a luchar o rendirnos, los que mejor nos definen. Y al igual que en rarezas como Spiderman Reino o el cruce con Matt Murdock y Logan (que no Daredevil y Lobezno) en Powerless, la historia que nos ocupa es uno de los acercamientos más interesantes al hombre bajo la máscara que se han escrito en lo que llevamos de s.XXI.

Bruno Orive, en su artículo que sirve de introducción al tomo, da con la tecla a la hora de definir al personaje. En estas páginas encontramos una conmovedora historia protagonizada por Peter y el tío Ben, cuyo título es el que engloba al resto del recopilatorio (A lo mejor el año que viene). En esta, tío y sobrino van todos los años a ver un partido de los Mets, uno de los dos equipos de béisbol de la ciudad, con la esperanza de verles ganar y rememorar por un día los grandes triunfos del club (ganaron las series mundiales en 1969 y 1986). A cada derrota, Ben le dice a Peter «a lo mejor el año que viene» transmitiéndole una moral y un espíritu de superación que calan hondo en el chico. La traslación a nuestra cultura es que Spider-Man sería del Atleti.

Las historias que nos ofrecen Jenkins y el dibujante Mark Buckingham tienen un tono muy intimista, centrado, como decía, en la figura de Peter, con una mayoría de relatos autoconclusivos, aunque dejando espacio para un par de sagas para que el hombre araña pueda estirarse y verse en graves peligros a causa del villano de turno. Reflexiones sobre el poder como maldición y no como don (en Si tu ojo te ofende…), la inspiración que representa la figura de Spider-Man en los demás (en Los héroes no lloran), o historias como El gran caso, que amén de parodiar (en un tono muy cínico) los clásicos relatos detectivescos, explora las obsesiones malsanas y los efectos colaterales de la actividad superheroica. En definitiva, esta colección conjuga con gran solvencia los elementos cómicos y trágicos, hace un uso de la charlatanería de Peter como terapia para superar sus problemas y ofrece una versión llena de ternura del personaje. Este es un Peter Parker más humano, más real.

Como colofón, es obligado señalar el absoluto domino que tienen Peter Jenkins y Mark Buckingham sobre medio, como bien ejemplifica el relato Make Mime Marvel!, en el que nuestro trepamuros se tiene que enfrentar a una banda de mimos. La acción tiene una clara influencia del slapstick y, para rizar más el rizo, carece por completo de diálogos. Un capítulo tremendamente divertido e imaginativo.