Comienza el evento definitivo de Otto Octavius como el vigilante Spiderman: Nación Duende.
Al estar íntimamente ligados, incluimos en el presente artículo el comentario de Superior Spiderman #92 y Superior Spiderman #93, que corresponden al preludio y la primera parte del evento definitivo de Otto Octavius como el trepamuros: Nación Duende.
A Dan Slott le gusta cocinar sus grandes eventos a fuego lento. Desde hace muchos meses (antes incluso del inicio de Spiderman Superior) ya había ido sembrando el terreno para el encuentro entre la araña y su némesis por antonomasia (por mucho que Octopus opine lo contrario). La ingente labor de Otto por limpiar las calles de Nueva York utilizando todos los medios habidos y por haber (llevándole incluso a formar su propio ejército, reunir a los Seis Siniestros o chantajear al alcalde, por citar algunas de sus brillantes ideas) se ha terminado revelando como un arma de doble filo. Sí, ha cumplido su objetivo de echar a muchos maleantes y supervillanos de la ciudad, pero solo para que el Duende extendiera sus redes. Y si además la imagen pública del héroe no ha hecho más que deteriorarse, la carrera de Otto como vigilante solo puede definirse como un rotundo fracaso.
Kevin Shinick es el encargado de construir el preludio con una relato compartido entre el hombre araña, Daredevil y El Castigador. Típica historia en la que los héroes deben unirse a la fuerza para derrotar a un enemigo que les supera en número. Sin ser una historia con demasiada enjundia (es otra pequeña aventura más de la serie team-up del trepamuros), sí que resulta interesante su desenlace, que pone las cartas sobre la mesa y prepara a Spider-Man para lo que está por venir. Por primera vez desde que la trama del Duende está de fondo, Otto es consciente del peligro que se avecina, y no puede hacer nada por evitarlo.
Es en este punto en que Slott (después de un formidable capítulo en el que Spidey da carpetazo a su etapa vengadora y en el que asistimos al esperado duelo entre las dos estirpes de Duendes que pugnan por el poder) arranca su saga más ambiciosa desde que comenzara Spiderman Superior. El guionista aborda la historia desde cinco frentes diferentes para no dejarse ningún aspecto de la vida del protagonista sin tocar. Otto mantiene una lucha interna al tiempo que se enfrenta al enigmático Rey Duende (personaje con el que el escritor quiere mantener aún el misterio, seguramente para «sorprender» con uno de esos giros argumentales al borde del infarto que tanto le gustan). Como ramificación de esta contienda, Carlie Cooper vuelve a la primera línea de fuego, al igual que Mary Jane. Slott aprovecha a las dos féminas para ahondar en la doble cara de Otto como falso Spiderman y falso Peter Parker. Sin olvidar al iracundo alcalde Jameson, cuyo rencor hacia la araña promete dar más problemas que soluciones a la plaga de duendes que sufre su querida ciudad.
Shinick también escribe un entretenido interludio en el que echa la vista atrás, a cuando Octavius era un supervillano y a un hasta ahora desconocido encuentro de este con otro de los enemigos mortales de Spiderman. La asociación que surge de ahí es tan peligrosa como retorcida. Ilustrada por Ron Frenz siguiendo un estilo muy clásico, esta aventura tiene como finalidad ahondar en la trágica vida de Otto. Al definir la relación entre este y Norman Osborn, además de subrayar las diferencias (y similitudes) de ambos, en cierta forma remarca eso de que hay que no hay que jugar con el diablo. Es un episodio muy oscuro con un desenlace propio de una historia de terror.
Y como viene siendo habitual en los últimos tiempos, complementando ambos volúmenes nos encontramos con nuevas aventuras de la serie de Nick Spencer The Superior Foes of Spider-Man. Decir que es un desmadre es quedarse corto. Igual de divertida que siempre, Spencer parece haberle cogido el gusto a meter guiños cinéfilos en sus afilados diálogos. Es una serie que desprende frescura, de tono despreocupado, hecha con el único fin de que lo pasemos bien visitando el lado oscuro de Nueva York. Un delicioso placer culpable que ojalá aguante mucho tiempo.
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