Bryan Lee O’Malley, autor de Scott Pilgrim vuelve con una imaginativa novela gráfica.
Con su estilo de dibujo alegre y juvenil, con unos personajes sorprendentemente expresivos gracias a sus enormes ojos, Bryan Lee O’Malley vuelve a enamorarnos con una de esas historias que vestida de fantasía nos habla de problemas y anhelos cotidianos con un estupendo sentido del humor. Después de hacernos disfrutar como niños con las aventuras de Scott Pilgrim (cuya película, aunque buena, no le hace justicia al cómic), el autor nos sorprende ahora con Seconds, novela gráfica que nos presenta a Katie, una treintañera cocinera de profesión, que gracias a unas setas y una libreta puede reescribir su vida y enmendar sus errores. Esto para una chica en plena crisis personal y profesional es muy, pero que muy tentador.
La premisa, poder reescribir el pasado, es muy divertida. Puede recordar a lo que hacía Ashton Kutcher en la película El efecto mariposa, aunque sin esa carga tan sádica de aquella. Sin embargo ambas sí que comparten la visión de que los cambios por muy bienintencionados que sean, suelen traer muy malas consecuencias. Todo va a peor y la cosa empieza a complicarse, haciendo que sus protagonistas sigan toqueteando el pasado para intentar revertir la situación, embarullándolo todo aún más. Esto da al libro la oportunidad de ofrecernos escenas muy simpáticas y llenas de humor.
Seconds es de esas historias que te enganchan tanto que no puedes abandonar hasta que terminas por completo. Te deja una enorme sonrisa en la cara y te invita a releer una y otra vez. Es tan cercana y humana que es imposible no sentirse identificada con Katie y sus frustraciones o con alguno de sus personajes secundarios (especialmente con la adorable Hazel). Ese es, entiendo, uno de los mayores logros de Seconds, la fantasía no esconde sino que potencia el mensaje de su autor. Como también el desarrollo de sus personajes, muy carismáticos. Los personajes secundarios tienen mucha importancia para poder construir un mundo creíble, y en el libro estos abundan. A través de todos ellos Katie va haciendo frente a sus problemas con el amor, las amistades, el trabajo, el hogar… al final la chica solo quiere ser feliz, como todos, y por eso atrapa tanto.
La estética manga del dibujo muestra una aparente sencillez, siguiendo el personal estilo de O’Malley, pero lejos de dar una mala imagen, sirve para agilizar la narración y trasladarnos a su imaginativo mundo. Como en Scott Pilgrim, el dibujo da vía libre al autor a jugar y marcar el tono de fábula de la historia, algo que también hace a través de las graciosas interacciones entre el narrador y Katie.
La historia es encantadora, y tiene mucho de retrato generacional que siempre nos inspira como lectores. Aunque este punto O’Malley no termina de tomárselo demasiado en serio, o al menos no de forma muy trascendente. Por el tiempo que ha transcurrido entre ambas obras (Scott Pilgrim publicó su primer volumen en 2004) y las edades y aspiraciones de sus protagonistas (Scott rondaba la veintena y buscaba el amor de Ramona y Katie los treinta y quiere crecer como persona), se podría decir que Scott Pilgrim ha crecido. O’Malley refleja su propia madurez en su obra. Lo que propone en Seconds, lo que pretende decir, es que hay que ser feliz y luchar por ello.
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