«Una nueva esperanza». Éste era el título del Episodio IV de la saga Star Wars que marca la diferencia entre aquellas primeras películas y los, mucho o poco, criticados largometrajes de hace unos años. Lo cierto es que es un punto de inflexión. Algo acaba y algo empieza. Y eso es precisamente lo que me plantea este número de Caballeros de la Antigua República. Hay un tinte y una reminiscencia de todo lo sucedido en los diez primeros números pero la historia es totalmente diferente. Esta vez nuestro protagonista Zayne Carrick, un jedi de lo más inusual que no tiene nada que ver con intrigas contra el Consejo Jedi o las confabulaciones políticas contra él. Ahora se ve inmerso en la guerra contra los Mandalorianos, telón de fondo de la anterior saga.
El pobre Zayne es reclutado como fuerza de apoyo contra los mandis (nombre que se da de forma despectiva a los mandalorianos en el cómic) cuando va camino a ver a su familia. Sí, parece que la mala suerte le persigue más que la fuerza a Zayne, ya que cuando por fin logra callar los rumores acerca de su persona, ha conseguido buenos amigos, incluso novia y cuando por fin abandona el camino de los caballeros de la luz, se ve metido de nuevo en una batalla totalmente ajena a él.
Aunque la historia está bien llevada creo que hay un cierto relax en la misma. Es cierto que la trama original de esta saga ya no puede seguir. Pero, a mi parecer, ésta está un poco cogida con pinzas, como si este número sólo fuera un puente hecho de la manera más rápida, y quizá menos seria, para unir dos sagas de la misma serie. El hecho de que aparezca nuestro pseudo-jedi Carrick solo hace ver que podría haber sido cualquier otro personaje el protagonista de esta historia. Bien podría haber sido un contrabandista corelliano, un wookie, o cualquier otro. Además pierde bastante que entre los mandalorianos se encuentren individuos de tantas razas diferentes. Según los anteriores números estos guerreros eran humanos (al menos así ha parecido desde hace tiempo. Podemos recordar el personaje de la anterior saga, Rohlan, o el propio Jango Fett, padre de Bobba Fett) y no un ejército multirracial. Al más puro estilo de un ejército mercenario. Si esto es un as en la manga del guionista no veo el truco. Solo quedará esperar a ver qué sucede con el número siguiente.
Un jedi al que no le gusta luchar, un jedi que traiciona la república, una mandaloriana con buen fondo y un capitán cobarde que busca ser un héroe y es hecho prisionero son los elementos de este cómic, que nos acabará mostrando la eterna rivalidad ente los principios de la República y los de los mandalorianos. Y por último una trama cubierta entera de venganza. Y aquí es cuando por fin el cómic empieza a tener un poco más de interés. No obstante el guión (que no os voy a desvelar) me suena muy usado ya.
El ritmo está bien estudiado, pero no así las viñetas. En ocasiones te puedes perder en la acción y encuentras imágenes en las que hay que hacer un acto de fe por seguir la trama. O quizá solo sea por rellenar. Y eso que seguimos contando con grandes profesionales como John Jackson Miller (guionista), Michael Atiyeh (color) o Benjamin Carré (portada). De estos sólo da el aprobado, y raspado, el último, con una portada mal elegida, ya que a mi parecer son bastante mejores las dos que se incluyen al final del número que la que han optado para usar como tal. Esta vez quiero destacar al autor de la contraportada, Dave Wilkins, que ha trabajado tanto para el mundo Star Wars como para Marvel Comics (os recomiendo muy encarecidamente que si podéis visitéis su página, no tiene desperdicio las imágenes que tiene).
Como veis, esta vez he sido, quizá, demasiado crítico con el cómic. Es una pena que una saga como esta, Caballeros de la Antigua República, que ha tenido un ritmo y una emoción importantes ahora se encuentre un poco necesitada precisamente de eso mismo. Como digo, quiero pensar que esto es solo un número puente, y que este aprobado raspado se vea superado, y con creces, en el siguiente número. Que esto solo sea Una nueva esperanza. Que la fuerza les acompañe.
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