En una sociedad perfecta –desde el punto de vista occidental, claro– el trabajo se premia, el esfuerzo se remunera, y la felicidad se profesionaliza. Pero para que algo sea perfecto, necesita de un islote que no lo sea: el yin necesita una mácula de yan y viceversa. Para vivir conferidos a la justicia 364 días, basta uno solo de exceso e inmoralidad. Así el sueño americano será constante.
¿Crítica o realidad? ¿Utopía o necesidad? Bajo esa sugerencia se presenta The Purge, que indaga en las repercusiones que pueden acarrear el nefasto presente de los países desarrollados.
Qué gráfica es esa introducción, enlazando secuencias grabadas en cámara de video adornadas con el Claro de Luna de Debussy. Lo que se aprecia son noches de purga de años pasados, esa única fecha en la que el crimen está permitido. Así, como Acción de Gracias o Halloween, es como se las gastan los americanos una noche al año, con el fin de sacar todos sus demonios fuera.
James DeMonaco perfila un hipotético Estados Unidos de 2022, donde las familias acomodadas no tienen nada que temer durante esas doce horas, como la que está encabezada por Ethan Hawke y Lena Headey. Residentes en un barrio selecto y pudiente, lo único que tienen que hacer para estar fuera de todo mal es activar el sistema de seguridad que convertirá su casa en un búnker. Desde su confortable salón, verán con toda normalidad el mensaje difundido por las autoridades. Así, cual republicanos acérrimos, se olvidan de los problemas que atañen a indigentes o gente de clase inferior que no tienen cómo defenderse. Eso hasta que su hijo adolescente se deja llevar por su moral y no por su deber, y comete el error que desencadena toda una serie de catastróficas desdichas.
Llama la atención ver a Hawke metido en la piel de un padre Made in USA. El actor de Texas, que ya trabajó con DeMonaco en Staten Island, ha lidiado con roles muy dispares en su carrera; él es un intelectual, instruido en varias artes; por eso no llama la atención verle de paseo por Grecia de la mano de Julie Delpy en Antes del anochecer, pero sí sorprende encontrarlo convertido en un empresario conservador, férreo defensor de los cuestionables principios de su nación. En esta ocasión su calidad interpretativa sigue sin decaer y es verosímil.
Pero sin duda la sorpresa es la que se encarga de darle réplica como fiel esposa, Lena Headey, sobre todo para los seguidores de Juego de Tronos. Conocida mundialmente como Cersei Lannister, Headey se ha despojado de la melena rubia y los atuendos medievales para cambiar totalmente de registro; y sale muy bien parada. Ahora es Mary, una gran madre, cariñosa, sufridora, de buen corazón, sin rencor alguno,… Ya no se la encasillará como femme fatale fría y malvada.
Otro gran acierto del casting ha sido contar con Rhys Wakefield como el líder de unos chavales ansiosos de delinquir esa noche. Sus facciones son perfectas para la psique tarada de su personaje, un joven villano cuya simbólica sonrisa recuerda a la del Joker (el de Jack Nicholson).
El film no puede partir de una premisa más original; he ahí la virtud principal de la cinta. Sin embargo, esa fantástica crítica de la sociedad actual no ahonda en tales cuestiones como debiera. La seguridad nacional, la diferencia de clases, la venganza, o la violencia de los medios son proyectados con poco trasfondo. Tal cavilación viene en forma de thriller y sigue el esquema del género. Sin embargo, en la segunda mitad, la película pasa al juego del ratón y el gato –visto en el celuloide en tantas ocasiones–, y culmina con un desenlace rápido.
Aunque todo el suspense se desinfla en el último tramo, la acción hace que la historia no pierda altura. Es un título con tintes de serie B, que también recuerda al lado más violento de Michael Haneke, pero con producción hollywoodiense detrás. The Purge cuenta con suculentos temas como telón de fondo. Pero que quede claro: Es una ficción para el divertimento y no para la reflexión.
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