Hace unos meses tuve la oportunidad de probar una demo extendida de Children of the Sun, un juego creado por René Rother y que nos ponía en la piel de un chaval que comenzaba una cruzada de venganza sobre una secta que le había dejado sin nada. Era una demostración que, tomada de una manera complicada, podría haber sido lapidada por su violencia, por poner al protagonista matando gente sin miramientos y hacernos partícipes de esas matanzas. Pero René Rother consiguió que su juego no sólo fuera de matar, sino que entre disparo y disparo nos ponía en una situación donde tendríamos que resolver un puzzle para poder pasar de nivel. El puzle, básicamente, consistía en reorientar la bala disparada e ir matando al resto de enemigos. Y es aquí donde está por completo todo aquello que hace al juego uno de los mejores juegos del año: Nosotros no somos el asesino, somo la bala. Y todo esto que ya pudimos entrever en la demo, se convierte en algo completamente novedoso y que hace las delicias de los jugadores, convirtiendo el juego en un auténtico vicio para pasarnos cada nivel de diferentes maneras.

Children of the Sun tiene en esta mecánica la principal novedad para convencer al jugador. A lo largo de sus diferentes niveles, no sé cuántos son en total, iremos aprendiendo nuevas mecánicas, nuevas formas de reorientar la bala y de acceder a lugares completamente difíciles de acceder de otra manera. Así comenzaremos disparando la bala para llegar recto a nuestro objetivo, pero rápidamente llegaremos a un nivel donde con un simple click podremos desviar la bala un poco, al igual que en la película Wanted. Y así poco a poco. Tampoco quiero decir todas las mejoras que obtendremos para que lo podáis descubrir jugando al juego. También consigue que queramos conseguir su 100% porque al inicio de cada nivel leeremos una frase, esa frase es un objetivo extra que tendemos que resolver para mejorar nuestra puntuación, conseguir el trofeo asignado y poder decir que nos hemos acabado el juego al completo.

Pero no todos los niveles son de disparar y hacer que la bala se dirija de un lado a otro, sino que tendremos misiones donde podremos obviar un poco estos objetivos y centrarnos en otras cosas sin tener que sufrir en cómo vamos a completar el nivel al 100%. Así tendremos un nivel de pesca, otro parecido al Pac Man y uno, montados en un coche, que es una auténtica locura. Estos niveles también sirven para quitar un poco la monotonía de los demás niveles, pero ya os adelanto que en ningún momento sentiréis esa monotonía y querréis avanzar de nivel sin parar. Además, dentro de todo, en algunos niveles, veremos una «cinemática» donde se nos pondrá en contexto de porque perseguimos a esta secta y porque queremos acabar con ellos por lo que Children of the Sun quiere contar una pequeña historia, aunque, todo sea dicho, es lo que menos nos importa dentro del juego. Porque lo bueno de Children of the Sun es que lo importante es jugar.

¿Y la dificultad? Digamos que Children of the Sun deja pasarte el nivel sin necesidad de cumplir los objetivos y demás, por lo que se puede pasar fácilmente únicamente acabando con los enemigos. La dificultad radica en ver cómo somos capaces de resolver los puzzles que nos plantea, que camino cogemos y que utilizamos para ello. Por lo demás es un juego asequible que no nos llevará más de 5 – 8 horas, dependiendo de lo que queramos conseguir, pasarnos el juego. Gráficamente tampoco es nada del otro mundo, cumple con la ambientación, pero es otro aspecto que, directamente, da igual.

En definitiva, Children of the Sun se ha convertido rápidamente en uno de los mejores juegos del año. Es uno de esos juegos que sorprende por la cantidad de posibilidades que propone, que va al grano y que no engañaba nadie. René Rother ha conseguido crear una obra única, original y llena de posibilidades. Ojalá consiga alcanzar a muchos jugadores para ver qué es lo próximo que nos tiene preparado. Además, lleva sello Devolver, por lo que es garantía de calidad.

Analizada la versión de PC (Steam)