The Cosmic Wheel Sisterhood

The Cosmic Wheel Sisterhood: Destino inquebrantable

En The Cosmic Wheel Sisterhood, lo nuevo de los valencianos Deconstructeam, nos ponemos en la piel de Fortuna, una bruja especializada en la lectura del tarot condenada tiempo atrás a permanecer 1000 años exiliada por su aquelarre. Es cuando la «joven» bruja se revuelve contra su pena y conocemos a Ábramar, una entidad cósmica de inconmensurable poder, cuando arranca nuestra aventura.

 

The Cosmic Wheel Sisterhood

 

La propuesta jugable es sencilla en apariencia, pero ciertamente adictiva. The Cosmic Wheel Sisterhood es una aventura conversacional (nuestras interacciones con el resto de personajes irá condicionando ciertos aspectos de la trama) combinada con mecánicas propias de los juegos de construcción de mazos. Encarnando a una experta en la cartomancia de alguna manera tenía que incluirse el arte del tarot… y la manera en que la gente de Deconstructeam lo integra es súper interesante.

 

Advertir que es recomendable jugar con ratón. Los controles, aunque adaptados al mando (lo probamos con el controller de Xbox Series), no resultan especialmente intuitivos, sobre todo en lo que a la gestión de las cartas se refiere. Uno de los aspectos más destacados del juego, y en el que más tiempo pasaremos sumergidos si dejamos volar nuestra creatividad, es el de la creación de cartas. Sí, aquí nuestra baraja del tarot, la iremos creando y diseñando nosotros mismos. Según avancemos en la partida iremos recolectando energía -necesaria- para crear las cartas y desbloqueando ciertos diseños para hacer «súper cartas» que nos darán un plus en la fase de adivinación.

 

The Cosmic Wheel Sisterhood

 

Claro, ¿de qué sirve hacernos con hasta 22 arcanos si luego no les podemos dar uso? La fase de adivinación, integrada dentro de la aventura conversacional, nos permite elegir entre X opciones (serán más o menos dependiendo de la carta descubierta y de cómo sea su diseño) que tendrán consecuencias sobre los personajes a quienes le hacemos la lectura.

 

Es sobre la lectura de nuestro tarot artesanal y las conversaciones que mantenemos con quienes nos visitan en el exilio sobre lo que se sustenta el desarrollo y devenir del argumento. Sin embargo, el sistema de elecciones no ofrece tanta versatilidad como pudiera parecer en un principio. Hay algunos hitos y conversaciones que están condicionadas sí o sí a encaminarse en una dirección concreta. Aunque el juego te ofrezca la línea de diálogo o decisión contraria, siempre te reconducirá hacia donde está planificado. Más allá de si la propuesta habla precisamente de la libertad, el destino y cuestiones similares, esta «limitación» provoca que se puedan producir algunas incongruencias -no tanto en los hechos, sino en el comportamiento de los personajes- y que dependiendo de tus decisiones el final llegue a ser bastante anticlimático.

 

Con esto presente, aunque es una propuessta que invita a ser rejugada, es fácil advertir hasta qué punto nuestra «libertad» está acotada y nuestro aprendizaje previo apenas tiene incidencia en las siguientes partidas.

 

The Cosmic Wheel Sisterhood

 

The Cosmic Wheel Sisterhood es también un juego político. El juego propone dos capas de pensamiento. Una más abstracta y -si se quiere- filosófica que, como decía, divaga sobre nociones tales como la libertad, el destino, la verdad e, incluso, la imagen que proyectamos sobre los demás o la responsabilidad personal. La otra, sin embargo, es mucho más concreta y tiene un carácter más crítico con la sociedad actual. En este segundo aspecto, Deconstructeam aprovecha los temas y reflexiones expuestas para dejar patentes sus inclinaciones ideológicas. Es importante señalar esto porque -no seamos mojigatos- al margen de la visión que muestra, por ejemplo, sobre el sistema electoral (que da para una divertida mecánica durante la segunda parte del juego), aborda cuestiones que -con razones o sin ellas- polarizan bastante a ciertos sectores de nuestra sociedad.

 

En general, The Cosmic Wheel Sisterhood es una interesante propuesta. Tiene un arte bellísimo (si os gusta la estética pixel art os vais a enamorar) y unas opciones jugables muy entretenida. La primera partida se puede completar en poco más de seis horas entre que se resuelve la trama y «perdemos tiempo» creando nuestra baraja. Las mecánicas de las cartas son las más atractivas del juego, que nos invita a crear, destruir y volver a crear nuestro propio mazo con diseños de lo más variados. Por contra, la libertad de elección es más ilusoria que real y las siguientes partidas no aportan lo suficiente a la experiencia; es menos rejugable de lo que aparenta.

 

Analizada la versión de PC (Steam).

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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