Vengeful Guardian: Moonrider

Vengeful Guardian. Moonrider: Aquellos ¿sencillos? 90

Back to the Past! Vengeful Guardian: Moonrider nos traslada hasta la época dorada de las consolas 16 bits con un juego de plataformas de acción que bien podría competir -y dar la talla- con sagas clásicas de la época como Ninja Gaiden o Shinobi. El juego desarrollado por JoyMaster bebe y homenajea aquellos modos de principios de los años 90, pero adaptándolos a la exigencia del público actual.

 

Vengeful Guardian: Moonrider

 

En Vengeful Guardian: Moonrider nos ponemos en la piel de un ninja cíborg que se rebela contra el dictatorial régimen que le ha creado. Nuestro protagonista no solo encabeza una lucha contra la opresión de un sistema político injusto, sino que se cuestiona su misma razón de ser. Pequeños apuntes de filosofía y crítica social que aportan una interesantísima capa a una obra que, por otra parte, es directa y muy concisa en su propuesta jugable.

 

Entre dos y cuatro horas (dependiendo de nuestra pericia) es lo que nos puede llevar completar las ocho fases (que podemos afrontar en el orden que queramos) de este juego editado por The Arcade Crew. Duración quizás algo escasa pensando en los estándares actuales, pero que refuerza las intenciones de sus desarrolladores de ofrecer una experiencia retro de calidad. En su ánimo de ir al grano, Vengeful Guardian: Moonrider es tan directo que su tutorial es opcional y está separado del juego en sí. Aparece como una opción aparte en el menú principal. Sin embargo, aconsejamos empezar por él para adaptarnos a los controles antes de vérnoslas con los enemigos de verdad.

 

Vengeful Guardian: Moonrider

 

Este es uno de los aspectos más destacados del juego: sus controles. Sencillos y muy precisos se basan en dos tipos de ataques (uno normal y otro especial que consume energía) y salto. Luego, a medida que exploramos los escenarios y derrotamos a los diferentes jefes adquirimos mejoras en forma de habilidades (de las que podemos equipar dos, que van desde la recuperación de puntos de salud al doble salto) o de ataques especiales intercambiables en cualquier momento.

 

Ambos factores: su «escasa» duración y sus habilidades desbloqueables esconden las intenciones de JoyMaster, que no son otras que las de tenernos horas jugando para mejorar nuestras puntuaciones. Vengeful Guardian: Moonrider es una propuesta enfocada a la rejugabilidad y a la experiencia speedrun. Cuanto menos tardemos en completar cada nivel y más nota saquemos, mejor. En cada nivel tenemos una fase de plataformeo y acción separada por uno o dos minijefes y una segunda en la que nos debemos enfrentar al jefe de turno. Completado el nivel se nos da una nota que da desde la E hasta la S.

 

Vengeful Guardian: Moonrider

 

Si bien algunos niveles pueden suponer un reto, los jefes pecan de ser demasiado asequibles. Es más, en más de una ocasión os sorprenderéis sufriendo lo indecible para superar tal o cual sección, pero luego llegar al enemigo final y derrotarlo a la primera. Y aquí radica la necesidad autoimpuesta del Vengeful Guardian de ser rejugable. De no tener esa caracterísitca, la propuesta coquetearía mucho con la decepción.

 

Variado en escenarios y niveles (no tanto en tipos de enemigos) uno de los valores del juego es su apartado visual. Herencia de los clásicos de 16 bits adapta su estética a las posibilidades que ofrece la técnica hoy día para ofrecer un acabado que hará las delicias de todo aquel que disfrute del pixel art. Algo extensible también al apartado sonoro, que evoca con acierto las modas de finales de los 80 y primeros 90.

 

Vengeful Guardian: Moonrider

 

En definitiva, Vengeful Guardian: Moonrider es una apuesta asequible, que engancha picando a los jugadores a mejorar sus puntuaciones y que ha sabido capturar los modos de una época ya pasada, pero adaptándola a las exigencias jugables y técnicas actuales. Muy resultón a nivel visual, su gran pero es que puede suponer un reto corto y algo descafeinado incluso para jugadores casuales.

 

Analizada la versión de Steam.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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