Desde el pasado dia 30 de septiembre nuestra vida es más angustiosa, pero también más divertida. Es el día que entramos a trabajar en SintraCorp. La culpa la tienen Baroque Decay, Neon Doctrine y Tesura Games, responsables de que nos hayamos convertido en unos adictos al trabajo desde que nos han traído Yuppie Psycho a Nintendo Switch.

«Me han dicho que tienes que abrir la boca cuando te escupan. ¿Será cierto?«

Y eso que pudimos habernos echado atrás. Es más, si lo hacíamos nos recompensaban con uno de los varios finales que tiene la propuesta. Pero no. Ignoramos todas las red flags (que eran muchas y sangrientamente evidentes) y firmamos nuestro suculento contrato a cambio de poco más que nuestra alma. Ahora nuestro único deseo es colgar a Hugo de la pared… perdón, sustituir a Hugo como empleados del mes y que nuestro retrato luzca en las paredes de la sede de SintraCorp.

A ver, ¿quién no se ha sentido alguna vez como Brian Pasternack? Alienados de la vida que ante el reto de nuestras vidas nos agazapamos como cachorritos temblorosos. Y así, armados con poco más que unos folios (la broma de fotocopiarse el culo en el trabajo ya nunca será igual), rancio café soluble y unos lápices que ya querría Gizmo para su arco, nos toca explorar SintraCorp como responsables de una aterradora tarea.

Hay trabajos que dan miedo y luego está el nuestro en Sintracorp. A pesar de lo simpático que resulta todo a la vista -dame un pixel art resultón y me tienes ganado de por vida-, Yuppie Psycho sabe generar inquietud como pocos. De verdad, quien diga que no lo ha pasado mal intentando hacerse con el Hexenhammer, miente. No sabemos si da más miedo la retorcida burocracia de la empresa o la cuidadosamente errática iluminación de las oficinas y los variados scare jumps con los que nos hacen esbozar nerviosas sonrisas. Todo aderezado con una banda sonora no apta para trabajadores pávidos.

De siempre ir a la oficina ha sido cómo sobrevivir a un survival horror. Yuppie Psycho hace realidad esa idea. Si ya es una pesadilla la gestión de recursos en la vida real (¿no os pasa que los bolis vuelan y tenéis que acabar trayendo uno de casa?), en el juego desarrollado por Baroque Decay puede suponer la diferencia entre vivir para el siguiente susto o morir. Crafteo básico pero funcional (enfocado principalmente a los objetos de curación), limitación de inventario y objetos y el uso de puzles para solventar la mayor parte de los problemas son la nota dominante de nuestra experiencia en Sintracorp. Respecto a los enemigos -siempre hay enemigos- podemos olvidarnos de la confrontación directa, somos unos enclenques. Así pues nos toca aprender rutinas y usar el escenario a nuestro favor.

Pero, ¡ay! Como buenos y perversos jefes, los de Sintracorp saben cómo hacer que la jornada no nos resulte tan angustiosa (al menos que no nos lo parezca). ¿Cómo? A través de un humor negro a caballo (nunca mejor dicho) entre el absurdo y lo perverso. Con humor todo entra mejor. Hasta el sufrimiento. Y con relaciones, que nos se nos olvide. En SintraCorp abogan por las relaciones interpersonales entre sus empleados, con lo que nos conviene hablar con cualquiera que no esté lo suficientemente sumido en la desesperación como para dedicarnos su tiempo.

Seamos sinceros, Yuppie Psycho exagera, pero sabe captar la esencia de una empresa. Ese departamento de márketing de la cuarta planta tiene más de real que los que vemos en muchas películas y documentales. Y pasamos muchas horas gateando y esquivando compañeros de trabajo. ¿Qué hay más real que eso? Desde el esperpento Yuppie Psycho hace un escalofriante retrato de la vida del oficinista del s.XXI. Escalofriantemente divertido.