El sueño de Ellis

Título Original: The immigrant

Director: James Gray

Guión: James Gray, Ric Menello

Reparto: Marion Cotillard, Joaquin Phoenix, Jeremy Renner, Angela Sarafyan, Antoni Corone

Estados Unidos / 2013 / 120′

Productora: Worldview Entertainment / Keep Your Head / Kingsgate Films

Ya con ver el cartel rememoramos cabaret. Algo de antros de mala fama oscuros habrá también en esta trama. Pero esto no es Europa, sino Estados Unidos, que es donde queremos…

Ya con ver el cartel rememoramos cabaret. Algo de antros de mala fama oscuros habrá también en esta trama. Pero esto no es Europa, sino Estados Unidos, que es donde queremos entrar.

En la tierra de las oportunidades no hay espacio para las almas en pena. Se reirán, se mofarán. Los cabarets y su lado turbio, sin florituras típicas de farándula, sino un campo de explotación. No hay nada que no nos hayan contado ni que no hayamos visto en anteriores títulos que hablan sobre la inmigración. Los éxodos siempre han dado innumerables historias, y si son con destino a América, hay para todos los gustos, y provenientes de todas las nacionalidades. Cuántas veces ha dado la Estatua de la Libertad la bienvenida en el celuloide… Más que un sueño de Ellis, esto es casi una utopía.

Pocas actrices saber personificar el dolor, la suciedad y el desgarro y a la vez emanar tanto encanto como Marion Cotillard. Da igual en que época la coloquen: De óxido y hueso, Largo domingo de noviazgo, o resucitando a la propia Edith Piaf con su biografía nada rosa. La actriz ilumina una cinta con tanta oscuridad. Su Ewa es una joven con un pasado revuelto, con un presente incierto y un futuro que parece inalcanzable en el nuevo mundo. Llega a Nueva York con su hermana Magda, enferma de tuberculosis, y retenida en cuarentena. Ewa queda desamparada y debe buscar el modo de salvarla.

Sus compañeros de reparto no se quedan cortos en el cortejo de la actriz: Joaquin Phoenix es el actor fetiche de James Gray. Igual sirve para hacer de malvado, luego de buenazo en Her, y ahora vuelve a sus andanzas como villano turbio. Él sabe dar la intensidad necesaria a su rol sin sobreactuar –Gray bien lo sabe–, y forjar un personaje completo. Mientras, Jeremy Renner bastante bien avenido vestido de ilusionista, juega con el misterio y el morbo que pone al servicio de Orlando, el salvador para la joven. Al igual que Bruno (Phoenix) es egoísta y malvado, pero que su ser aguarda cierta sensibilidad, que le cuesta y molesta proyectar al exterior. El trío es de lo más cautivador, con sus trifulcas y sus pasiones, sin caer en los tópicos.

La ambientación de los bajos fondos va acorde con lo que Gray quiere desmitificar: a la tierra prometida. Y lo consigue mediante los callejones, las enfermedades, la suciedad, los tugurios, las mafias y la doble moral. Por ello que esta crónica permanezca en penumbra, con suave luz; que no se vea nada, que no salga nada a relucir, que hay que mantener las formas.

En el continente se apoya mucho el cineasta, con su uso de cámara y la atmósfera recreada en la ocasión. Quizá se exceda ahondando en las penalidades extendiendo el metraje; juega con el melodrama pero no recae en la lágrima. Usa bien los giros, las sorpresas, y al final coge carrerilla y seduce al espectador.

Es carne de palmarés y de competiciones, quizá se note mucho y juegue en su contra, pero el trazo de los personajes es sobresaliente: el guion se empapa en la paleta y sobre el lienzo están los personajes. Es interesante cómo están dibujados los dos personajes masculinos, que dentro de su maldad son capaces de sentir, de amar, y tal ambigüedad enriquece el cuadro final: con luz en penumbra, jugando con los amarillos y los negros. No hay novedad en el texto y se ve los aires de cosechador de premios, pero exhibe fuerza y elegancia propia.