Gru 2: Mi villano favorito

Gru 2. Mi villano favorito: Un malo almibarado

La paternidad cambia a cualquiera. Si no, que se lo pregunten al –ya bueno– de Gru. De planear golpes maquiavélicos como robar la mismísima Luna, ha pasado a cuidar de sus tres hijas, lo que conlleva educarlas, mantenerlas, vigilar las primeras tonterías con chicos, sacar un negocio familiar adelante, darles las buenas noches cada día… los quehaceres de cualquier progenitor.

 

Desde que la línea entre el bien y el mal dejara de fracturarse, incluso el cine infantil ha entremezclado el discurso maniqueo de uno y otro. Ahí estaba como ejemplo Gru, en la actualidad retirado de la maldad por baja de paternidad; se le ha apaciguado el carácter, y ya de paso, su carisma.

 

Gru 2: Mi Villano Favorito no es de la factoría Pixar, pero al igual que tantos títulos provenientes de Emeryville, embelesará tanto a niños como a mayores. La segunda parte ofrece detalles al guion con las bromas propias del género infantil: lucha de héroe-villano, rescate de la chica o secundarios cómicos, como los minions, esas pequeñas criaturitas que ahora adquieren mayor notoriedad.

 

Gru 2: Mi villano favorito

 

El toque innovador en este caso es femenino: Lucy, una agente de la lucha contra el mal. Responsable, jovial, inocente, sincera, y a veces patosa. Esa es la mujer que destapa una faceta del protagonista desconocida para el gran público: su lado romántico, inexistente desde su más tierna y triste infancia, como recuerdan los duros flashbacks proyectados. Y es que sus hijas, todo un ejemplo de niñas atentas y deseosas de encontrar mamá, le quieren buscar una compañera, como la pesada de su vecina, que le presenta unas candidatas de lo menos apetecibles.

 

El carácter del protagonista se ha edulcorado; por lo demás, no hay nada que no fuera ya apreciado en la primera. Las pequeñas Margo, Edith y Agnes siguen igual de encantadoras. Aunque con permiso de estas, el premio a los más adorables en esta ocasión se lo llevan los monigotes amarillos. Con sus vocecitas y frases casi indescifrables, los pequeños monstruitos obsequian al espectador con escenas hilarantes: sus momentos musicales, sus actuaciones en los títulos de crédito, o esa alteración que sufren cual Gremlins, mutando a fantoches morados. Ellos son el punto fuerte de la cinta.

 

Florentino Fernández pone voz a Gru (en la versión original es Steve Carell), y sigue la buena línea. No incluye los chascarrillos propios del humorista, está más comedido y hace que el doblaje sea más profesional. Para Lucy, un personaje rebosante de ingenuidad y torpeza, nadie mejor que Patricia Conde para doblarla. La presentadora se desenvuelve bien es estas lides.

 

En lo que a imagen se refiere, la calidad viene de la mano de los avances tecnológicos. Más mejoría gráfica, una paleta de colores que amplía tonalidades, y texturas más logradas, pero sin que el 3D sea lo más destacable de la proyección.

 

Bajo la moraleja básica sobre la que se apoya el filme, esa tan consumada que va de «valorar a los demás por su interior», la narración obtenida es lógica y amena. De modo que este capítulo sobre la asentada vida nueva de Gru cumple su función: ser una opción veraniega de entretenimiento. Eso, y que tras su visionado se tengan unas ganas acérrimas de llevarse un minion a casa. Gru: Mi Villano Favorito fue la original, y la secuela está a la altura, gracias a la inigualable ayuda de los minions, que apuntan maneras para un spin-off.

 

Acerca de María Aller

Avatar de María Aller

Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

Deja un comentario:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados