William Eubank dirige y coescribe esta historia de brillantes ideas y no tan atinadas resoluciones. Como buena propuesta indie de género, La señal se muestra valiente desde sus preceptos, apostándolo todo a sus personajes y a crear una atmósfera opresiva con los menos elementos posibles; pero el avance de la trama está demasiado supeditado a la revelación de un misterio planteado desde muy pronto, lo que se traduce en un guion rígido que no permite desvío alguno y las ideas que puedan ir surgiendo se descartan enseguida, por más que lleven a interesantes y novedosos caminos por explorar.
Pero que Eubank no se atreva a salirse del camino que se ha marcado no quiere decir que haya optado por uno erróneo. La señal es una apuesta muy interesante por el sci-fi que sabe moldear a su antojo los referentes con los que cuenta (uno de ellos es especialmente evidente); no se limita a trasladar homenajes sin más, sino que los trata y los hace suyos para que tengan identidad propia.
Quizás le pueda faltar un poco de cohesión entre sus tres actos. Presenta un primero en clave de road movie dedicado a presentar al presunto trío protagonista. Pero tras un aterrador giro en los acontecimientos la acción se centra en uno de ellos (Brenton Thwaites), y su peculiar duelo de voluntades con una suerte de doctor (Laurence Fishburne) que esconde unos cuantos secretos. Entre ambos actos transcurre un tiempo indeterminado y el interés del desventurado protagonista (y del público) es averiguar qué ha sucedido en ese espacio de tiempo. Así, pasamos a un thriller claustrofóbico (la acción se concentra en unas instalaciones médicas de las que no hay salida posible al exterior) en el cual el protagonista está completamente solo en un terreno hostil y desconocido. Un par de revelaciones más y ¡voilà! nos vemos metido de lleno en un título de claras reminiscencias a Carretera al infierno (Robert Harmon, 1986) o Pánico (Mark Tonderai, 2008), con nuestro personaje aventurándose por las carreteras del medio oeste norteamericano en una carrera sin tregua por descubrir la verdad.
Son los giros, revelaciones –como se quiera llamar– los que van marcando el tono de la película, generando esa percepción de encorsetamiento en el guion, muy condicionado por los secretos que ha de ir escondiéndole al espectador.
Aún con todo, es una propuesta muy interesante. Excelente a nivel visual (de hecho fue premiada en Sitges a los mejores efectos en 2014), con una atmósfera de inquietud y paranoia bien conseguida, así como unos personajes bastante creíbles y con una interesante dinámica entre ellos. Los fans de la sci-fi más intimista tienen una buena alternativa con La señal.
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