Mil maneras de morder el polvo: MacFarlane lleva su humor al Oeste

Mil maneras de morder el polvo

Mil maneras de morder el polvo

Título Original: A Million Ways to Die in the West

Director: Seth Macfarlane

Guión: Seth Macfarlane, Alex Sulkind, Wellesley Wild

Reparto: John Favreau, Sofía Vergara, Oliver Platt, John Leguizamo, Emjay Anthony, Scarlett Johansson, Dustin Hoffman, Robert Downey Jr., Bobby Cannavale, Amy Sedaris

EEUU / 2014 / 116′

Productora: Universal Pictures

La época dorada del western tuvo lugar hace ya mucho tiempo. En la actualidad es difícil encontrar un ejemplo que permita hablar de éxito al aventurarse en tan magno género. Claro está, hay películas gracias a su calidad han pasado a la historia, siendo quizá Sin Perdón…

La época dorada del western tuvo lugar hace ya mucho tiempo. En la actualidad es difícil encontrar un ejemplo que permita hablar de éxito al aventurarse en tan magno género. Claro está, hay películas gracias a su calidad han pasado a la historia, siendo quizá Sin Perdón (Clint Eastwood, 1992) la última de ellas. El problema es que han pasado 22 años desde que el bueno de Clint rodara una de sus obras maestras y el ejercicio de búsqueda que hay que hacer para encontrar algún filme digno de comparársele es abrumador.

La apuesta por blockbusters ambientados en el lejano oeste tampoco es sinónimo de triunfo seguro. El llanero solitario (Gore Verbinski, 2013) es precisamente el mayor de los descalabros que se le recuerdan a Disney y la jugada no parecía demasiado arriesgada. Otra historia son las comedias con argumentos de indios y vaqueros. No hay muchas, pero sí triunfan. Maverick (Richard Donner, 1994) y Sillas de montar calientes (Mel Brooks, 1974) son las primeras que acuden a la mente.

Charlize Theron y Seth MacFarlane en Mil maneras de morder el polvo

Seth Macfarlane conoce a la perfección el círculo en el que se mueve. Ambientar su segunda película como director en el oeste no es baladí. Su particular sentido del humor encaja muy bien con la historia de un granjero cobarde que odia su hábitat, pierde a la mujer de su vida y encuentra por arte de magia a la mujer más explosiva de todo el continente. Por medio cabe de todo: indios, putas, forajidos, muchos duelos y un chiste verde cada dos minutos. La escritura de gags zafios, chuscos, irreverentes e incorrectos tienen el mayor peso en la dinámica. Sin embargo, también está presente en buena parte del metraje el chiste acertado, la oda a la cultura pop de los 90 (sublime el guiño a Regreso al futuro 3 [Robert Zemeckis, 1990]) y las continuas referencias al mundo del cine con cameos como el de Jamie Foxx.

La traslación de su particular universo funciona como un reloj. Pero porque también podría haber funcionado en el Imperio Romano o el Chicago de los años 20. Es la simpleza de la historia lo que hace que el guión solo tenga que preocuparse de sacar punta con mala baba a todas las situaciones que se crean en la trama. Situaciones que, y este es el mayor problema del director, tendrían sentido en un capítulo de televisión de 20 minutos de duración pero que en una película cercana a las dos horas con un argumento que a duras penas aguanta, sobran más que aportar.

Si en Ted (2012), el creador de Padre de familia se guardaba para sí la labor de dar voz al peluche pero dejaba el protagonismo a Mark Wahlberg y Mila Kunis, en esta ocasión ha decidido que después de presentar la gala de los oscars del año pasado bien se merece la oportunidad de protagonizar su propio filme. Un error craso y llamativo a partes iguales. Su filmografía vende, pero no tanto su nombre y mucho menos su rostro. Al menos fuera de su país. Vender el producto como «del tío que te trajo Ted» puede ser la mejor alternativa marketiniana. No obstante, deja muy a la claras lo complicado de dar salida a su nombre como principal reclamo. Así como el cambio inexplicable de cifra en el título español. Un millón de maneras de morir en el Oeste sería la traducción literal, sabe Universal porqué ahora no son millonarios los decesos. Y se podría refutar este argumento aludiendo al hecho de que no hace falta tener una cara conocida para hacer una buena película, pero la realidad es que los secundarios (Charlize Theron, Liam Neeson…) sí tienen peso y un gran tirón en taquilla. Sin dejar de lado la condición de blockbuster veraniego que el filme lleva adherido.

Sea como fuere, Mil maneras de morder el polvo ofrece sin cortapisas una sesión de humor irreverente, marca de la casa con el que los admirados de Macfarlane no se sentirán decepcionados (a pesar de la blancura a la que invita a pensar el tráiler).

Deja un comentario:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados