Posesión infernal (Evil Dead)

Posesión infernal (Evil Dead): Sin drogas ni feministas

En Posesión infernal, su debut en el largo, Fede Álvarez corrobora las impresiones que había despertado en Ataque de pánico!, el corto que le dio la fama y que le ha abierto las puertas del mismísimo Sam Raimi. Se trata de un director efectista, capaz de crear espléndidas ambientaciones y de mantener la atención del público durante todo el metraje. En la fuerza de sus imágenes tiene un buen aliado, no así en el guión con el que ha tenido que lidiar (el cual coescribe junto a Diablo Cody).

 

Esta revisión del clásico de Sam Raimi se muestra esclava de las modas desde los primeros minutos de metraje. Evil Dead está cortada por el mismo patrón de los remakes actuales del género (films como Las colinas tienen ojos, Halloween o La última casa a la izquierda) en los que parece casi obligado dar justificaciones a todo (en este caso al porqué de que el libro de los muertos esté en la casa) y hacer pasar la casquería por terror. No nos engañemos, provocar mal cuerpo en el espectador con imágenes desagradables no es lo mismo que provocar terror. Ver como alguien se corta un brazo o como le agujerean la cara con clavos incomoda y sugestiona mucho, pero no es terrorífico. Y aunque parece algo tan obvio, a la hora de la verdad no lo es tanto; en este sentido la apuesta de Evil Dead intenta confundirnos y vendernos gato por liebre.

 

¡Ojo! Dentro del subgénero hay grandes películas, pero el planteamiento de esta es equivocado. Su anabolizada violencia, si bien la acerca a las propuestas más brutales de la última década, la aleja de su referente. ¿Eso es bueno, no? Lo sería si las diferencias fueran más allá del tono, si propusiera algo más estimulante. Pero la cinta de Fede Álvarez es una copia sin alma del título protagonizado por Bruce Campbell.

 

Quizás todo sea una cuestión de desmesurado respeto del director uruguayo hacia su mentor, pero lo cierto es que su propuesta queda demasiado encorsetada, a medio camino entre el homenaje y las inquietudes cinéfilas del director. No toma ningún camino y mata a la película, ya que ni capta la esencia de la original ni transmite la autoría de Álvarez dando la impresión de que cualquiera podría haberla dirigido con los mismos resultados.

 

Jane Levy en Posesión Infernal (Evil Dead)

 

De esta falta de espíritu lo más grave es el falso feminismo que nos intenta colar. Tanto durante la campaña de promoción como durante los primeros compases de la película todo hacía indicar que Ash pasaría a ser una mujer, Mia (Jane Levy) sería la que llevase la voz cantante, la heroína de la función. Pero no ha habido narices. El personaje de Bruce Campbell se divide ahora entre Mia y David (Shiloh Fernandez), y salvo ésta, ninguna de las féminas del film aporta algo o tiene algún tipo de desarrollo, se limitan a pasear sus rostros y a sufrir lo indecible antes de morir (algo extraño cuando detrás de la propuesta está el responsable de films como Arrástrame al infierno o series como Xena). Son Shiloh y Lou Taylor Pucci (el hermano de Chris Pine en Infectados, de los hermanos Pastor) los únicos con conflictos que se merecen tiempo en pantalla.

 

Evil Dead se define como una propuesta bastante irregular (en cuanto a ideas y su posterior desarrollo) por todo lo mencionado anteriormente. Comienza (salvando el innecesario prólogo) de forma muy sugerente. La excusa del ingenuo grupo de amigos para pasar una noche en el bosque no es la de divertirse y perder el sentido por el alcohol, sino que van a ese «apacible» e incomunicado lugar para ayudar a Mia a desengancharse de las drogas. Así, los primeros «síntomas» de la posesión podrán achacarse al fastidioso mono. Pero es cuando abren el Libro de los Muertos, cuando la película repite los esquemas de su predecesora, dejando al espectador ansioso de algo novedoso o diferente con la miel en los labios. Todo sea por contentar a los hooligans y a los señores productores (Sam Raimi y Bruce Campbell), no vaya a ser que se desvíen mucho de lo que la gente espera ver.

 

Tenemos que esperar hasta un falso final que redime a nuestros protagonistas para que Fede Álvarez y Jane Levy se desmelenen. En este último tramo de película donde el cineasta muestra su personalidad y ofrece algo interesante. Con un tono mucho más gamberro y sin olvidar los guiños y la casquería, Mia se revela al fin como la heroína prometida, después de pasar lo indecible desde que se deshizo de la droga que llevaba encima,  se enfrenta al mal con coraje y demuestra quien es.

 

Es una lástima tener que esperar hora y cuarto de déjà vu, de fallos de raccord y de sufrimiento físico para disfrutar de Evil Dead. Aún con todo, la película es muy entretenida y los fans del gore gratuito la gozarán. Y quien huya del terror y la sangre siempre puede tomársela como una metáfora sobre el mono.

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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