Este viernes 28 de mayo se estrena Street Dance 3D, la primera película de baile en tres dimensiones, y la primera película de acción real que se rueda en esta categoría fuera de Norteamérica. Aunque para tratarse de algo novedoso fuera de las garras del todopoderoso -pero apasionante – mundo de Hollywood,deja bastante que desear.
Lo de siempre: una bailarina callejera, Carly (Nichola Burley), está enamorada de su carismático novio, Jay (Ukweli Roach), y su grupo de baile acaba de conseguir clasificarse para las finales del Campeonato Británico de Street Dance. Pero todo cambia cuando Jay deja plantados a Carly y su grupo, rompiéndole el corazón a ella y poniendo en peligro los sueños del grupo de bailarines callejeros. Con el agua al cuello, Carly lucha por demostrar a su grupo, y a sí misma, que puede llevarlos a la victoria. Para ello tendrá que enseñar a un grupo de bailarines líricos, encabezados por el guapísimo Tomas (Richard Winsor), cómo bailar street, a cambio de que su profesora les deje ensayar en su sala para preparar la final.
Resultado: no lo cuento, pero uno se lo puede imaginar; porque otra cosa no, pero predecible es la palabra que define a esta película. Muy potente en cuanto a planteamiento visual de las coreografías, pero muy floja al intentar contar una historia que se ha contado muchas veces.
Eso sí, a pesar de que intenta dirigirse a un público universal – escudándose en el truco 3D – podría decirse que no es más que otra «película de nicho» que sólo interesaría a los amantes del baile; porque si no te gusta el baile, esta película no es para ti.
Desfile de caras bonitas
En el contexto londinense actual, los directores y el productor, James Richardson, nos presentan a un grupo de jóvenes y atractivos bailarines que mucho saben de baile pero poco de interpretación; los acompañan de ropas anchas y coloristas, pendientes de aro y lenguaje callejero y ya tenemo suna película de street dance.
Si hay algo positivo que atribuirle a la cinta es el tratamiento que ofrece sobre un mundo plagado de tópicos y que hemos visto demasiadas veces en la gran pantalla. Dejando a un lado las drogas, pistolas y machismos de todas clases, el productor, ya en la idea original, planteó una historia positiva sobre una categoría más de baile que debe ser referida como tal, y que está a la altura del clasicismo lírico.
El 3D hasta en la sopa
En cuanto al hecho de que sea una película de baile en 3D, poco hay que decir. Utilizan bien un recurso que sólo pretende atraer público a las salas, aunque el resultado, como en casi todas las películas de 3D, sea bastante decepcionante. Y es que parece que actualmente o se experimenta con las 3 dimensiones o estás destinado a fracasar en taquilla. ¿Es que el cine no se vale por si sólo en las tradicionales dos dimensiones? ¿James Cameron ha abierto una brecha que augura el fin del cine tradicional?
Lo único que queda claro, y que deberían recordar los productores cinematográficos, es que no se puede hacer una película 3D con cualquier tema. No está justificado, señores.
Pagar o no pagar, esa es la cuestión
Como novedad hace su aportación a la historia de las películas de baile, pero siempre por detrás de clásicos como Flashdance o El ritmo del éxito. A los amantes del baile les merecería más la pena comprar el DVD… y por los extras.
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