La palabra provocación ha estado siempre alrededor del cine del director francés Gaspar Noé. En su ópera prima Solo contra todos -y en especial en Irreverible– se empezó a ver a un director extremo, con nuevas formas de rodar e historias crueles. Enter the Void supuso un cambio en lo visual, aunque con mucha esencia de sus anteriores filmes. Donde antes había suciedad, ahora todo estaba construido a partir de una estética milimétrica llena de neones. Love, su película posterior a Enter the Void seguía este mismo patrón, aunque de una manera más sencilla para el espectador, pero manteniendo su estilo personal.
Como es de esperar, cuando hablamos de Gaspar Noé hablamos de un director polémico. Sus películas nunca están exentas de críticas y normalmente acaban dividiendo tanto al público como a la crítica. En la pasada Quincena de Realizadores de Cannes se presentó Climax, y por primera vez un alto porcentaje de la crítica aprobó la nueva propuesta del cineasta.
Arranca con la fiesta final de un grupo de bailarines que llevaban ensayando varios días una coreografía grupal. Se nos presentan personajes de todo tipo hasta que algo raro empieza a suceder, todos ellos empiezan a comportarse de manera extraña y llegan a la conclusión de que alguien ha echado algo a la bebida. A partir de aquí comenzará un viaje a los infiernos donde esa fiesta se convertirá en una pesadilla para todos ellos.
Si hay algo imposible de obviar en Climax es su apartado visual. Ya en todas sus películas este director ha demostrado poner especial cuidado en la imagen, con las largas tomas, el uso del color… pero aquí sobresale aún más y consigue crear su mejor película donde la cámara baila como si fuera uno de los bailarines. Una experiencia que te invita a perderte en ella y que mucha gente ha considerado cercana a haber consumido LSD.
Una bacanal de violencia y sexo donde cada uno de esos personajes descubre su animal interior, donde no hay límites hasta llegar a ese éxtasis o clímax. En toda esta vorágine, Noé consigue tratar temas relacionados con la sociedad y humanidad, como la convivencia, la represión o la autodestrucción. Sofia Boutella es la encargada de llevar el peso principal de la historia y logra crear un magnetismo hacia el espectador por su creíble interpretación.
Climax no se quedará sin haters, ya que no deja de ser una propuesta arriesgada y con claros elementos con los que cierto sector del público va a tener motivos para rechazarla. Para los que podemos disfrutar de ella, sin duda es una de las experiencias más extremas, visualmente hipnóticas y únicas que tendremos este año en la gran pantalla.
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