Cannes 2015 | Día 8

Como si de un mundial se tratase, Italia se adelanta en su camino al palmarés que se sabrá este sábado. Paolo Sorrentino ha sido el culpable de esa subida en los resultados que había iniciado tímidamente Garrone, luego Moretti y finalmente él con ese golazo llamado Youth, con el que ha tocado a Dios. Y no es precisamente porque Maradona aparezca en el metraje. Con el mismo estilo de La gran belleza, Paolo ahora coge otro argumento donde los protagonistas son dos grandes delanteros: Michael Caine y Harvey Keitel retirados en un balneario donde recuerdan y divagan sobre el pasado, sus futuros proyectos, y sobre las preocupaciones. Los personajes son diferentes, pero el cineasta pone en el campo de juego uno de los temas que más le inquietan: el paso del tiempo, decorado con lo bello, lo que queda. Para ello cuenta con defensas de lujo: Paul Dano, Rachel Weisz o Jane Fonda. Por su supuesto no sólo vale la ejecución, el texto es importante. Esas imágenes  no quedan vacuas: el guión contiene tantas cuestiones que bien merece más de un visionado. En el primero impresiona; en el segundo, uno se deja llevar. Una gran candidata para la Palma de Oro este domingo.

 

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El día continuaba con Madonna, un trabajo que ha sacado a más de uno de la sala. Shin Su-won firma una historia sobre una trabajadora en un hospital al cuidado de un hombre al que acompaña su hijo. Según el metraje avanzaba, el número de espectadores disminuía, de modo que podemos misionar antes otras películas de la segunda sección del festival. Tal es el caso de Je suis un soldat, una ópera prima de Laurent Larivière. En ella tiene como protagonista a Louise Bourgoin. Ella es Sandrine, una treinteañera que tiene que volver a casa de su madre y decide ponerse a trabajar con su tío en una perrera. Pronto descubre que el negocio encubre tráfico de perros llegados de Europa del Este. Ella acepta el trabajo al inicio porque necesita el dinero. Obedece sin plantearse cuestiones –como los buenos soldados–, pero pronto llegarán los dilemas, las meteduras de pata en los «ataques», y quizá que lleguen las heridas de guerra. Bonito título alegórico el de la cinta, porque como muchas veces en la vida somos eso, meros militares que cumplimos sin plantearnos cuestiones. Por cierto, vista la temática de la película adopten mascotas, ¡siempre!

 

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Y para terminar el día –y bien tarde– había otra de las que más ansias provocaba en los asistentes de la 68 Edición: Love, de Gaspar Noé. Más que interés es lo que el argentino ha provocado con tanta promoción suculenta con sus explícitos carteles. Tanta promesa y tanto aviso del mensaje de la película (a los hombre les provocaría una erección y a las mujeres una llorera) era peligroso. Noé sigue fiel a su estilo. Sus luces rojas, amarillas, su composición de planos, su morbo, sus personajes áridos y con muchas sombras… Sí, todo estaba bien, pero ha alargado un metraje para una historia que podía contarse bien con media hora menos.

 

El director ha querido hacer su particular versión del amor, pero el exceso no aporta más a la historia. Como se adivina con el título, muestra una relación, pero de las que son perjudiciales. El filme arranca con una llamada a Murphy (Karl Glusman), casado con Omi (Klara Kristin), de la madre de Electra, su ex (Aomi Muyock), que hace meses que no sabe de su hija. Esto da pie a que el chico recuerde la turbia relación en la que las drogas y la pasión desenfrenada se entremezclan. Pasión que Noé traduce en todo tipo de planos y escenas sexuales: tríos, orgías, relaciones con transexuales, todo servido sin tapujos al espectador, salpicado de una eyaculación gracias al 3D, u observando una penetración desde el interior de una vagina. Aparte hay que decir que el orden de la historial no es lineal. El trabajo se queda en un ejemplo de estilo entre luces y sombras, esas que le gustan a Gaspar. Por cierto, así se llama el hijo de Murphy y Omi. Otra de las gracietas del realizador, no contento en correrse ante los más de tres mil espectadores del Lumière. La fuerza radica en la forma y no en el fondo, porque no deja de ser un simple drama con poca profundidad.

 

Gaspar Noe dirige Love

Gaspar Noe dirige Love

 

El público de Cannes se dividía en opiniones sobre la película, mientras se planteaba que si es tanta la expectación por una cinta con sexo explícito en pantalla grande en nuestros días, con el porno a sólo un click de distancia con el espectador. Por tanto, ni erecciones ni llantos para nadie.

 

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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