Tarzán
Título Original: Tarzan
Director: Reinhard Kloos
Guión: Reinhard Kloos y Jessica Postigo
Reparto: Kellan Lutz, Robert Capron, Spencer Locke, Mark Deklin, Jaime Ray Newman, Jo Osmond, Brian Bloom, Brian Huskey
Alemania / 2013 / 94′
Productora: Constantin Film Produktion / Ambient Entertainment GmbH
Es evidente que alcanzar el nivel de los grandes estudios norteamericanos es difícil, pero lo que no es de recibo es que a mediados de 2014 nos encontremos con una animación que al lado de la primera Toy Story (¡1995!) resulte anticuada…
Es evidente que alcanzar el nivel de los grandes estudios norteamericanos es difícil, pero lo que no es de recibo es que a mediados de 2014 nos encontremos con una animación que al lado de la primera Toy Story (¡1995!) resulte anticuada. De entrada la propuesta de este Tarzán no convence. Ya el referente contra el que competía (el Tarzán de Disney) era todo un prodigio visual, pero con el uso del 3D y una animación basada en la captura de movimientos… el reto era asumible, ¿verdad? Pues no.
Cuando los muñecos andan o gesticulan con movimientos muy rígidos y una piedra tiene más expresividad que sus rostros, mal asunto. Por el contrario, los escenarios y el 3D resultan bastante atractivos. Aunque el justito acabado técnico no habría sido un problema si la historia tuviera algún tipo de interés.
Este Tarzán carece de cualquier tipo de carisma y la narración es bastante soporífera. Reinhard Kloos (director, productor y co-guionista) firma un trabajo mediocre. Intenta darle un lavado de cara al personaje ideado por Edgar Rice Burroughs y hacerlo «más atractivo» insertando un subtexto ecologista y otorgando al entorno un halo místico y fantástico, pero no logra captar la atención ni de niños ni de adultos. Es una película francamente aburrida, con unos personajes unidimensionales que nos dan igual.
Aunque quizás lo más sangrante sean los «valores» que pretende inculcar la cinta en su público objetivo. Mientras hace malabares para que las muertes que acontecen lo hagan siempre fuera de plano (con soluciones que anulan cualquier tipo de tensión o emoción en las escenas) y los infantes no se traumaticen, vende un mensaje, cuanto menos, arcaico, resumido en la perla final pronunciada por su narrador: «No hay nada más importante que el amor de una mujer».
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