El club de los incomprendidos

El club de los incomprendidos: La cara ‘teenager’ más rosa


La pequeña pantalla lleva recopilando ficción patria para adolescentes unos cuantos años. Sus contenidos para televisión pintan bien, pero llevada al cine es algo que tenemos que supervisar. Ahí hay muestras en este año: Por un puñado de besos, Perdona si te llamo amor y ahora se estrena El club de los incomprendidos. Todos ellos son procedentes de la literatura, y la recién llegada se basa en la obra de Blue Jeans, pseudónimo que ya da pistas sobre lo que uno va a encontrarse en sus libros.

 

La película recopila los adulterados clichés de la adolescencia. Pero clichés de la ficción, claro. Este argumento recoge casi todos, empezando con uno mítico dentro del retrato de la adolescencia: la incomprensión y la incapacidad de encajar. Pero estos chavales, cada uno con una etiqueta (una empollona, un chulo, una friki, un pringao, etc.) se amparan en unas clases de orientación con un psicólogo y en vez de que les tachen de raritos, forman un club de incomprendidos.

 

 Andrea Trepat,  Álex Maruny, Ivana Baquero,  Michelle Calvó, Jorge Clemente y Charlotte Vega,

Andrea Trepat, Álex Maruny, Ivana Baquero, Michelle Calvó, Jorge Clemente y Charlotte Vega

 

Para una desproporción de esta envergadura, exorbitada debe ser también la dirección artística: empezando por el vestuario, más propio de un catálogo de Inditex que los atuendos que se ven en el día a día de un instituto. El centro escolar recuerda más a uno de Estados Unidos con tanta taquilla y tanto movimiento en los pasillos. La misma estela siguen las localizaciones (vaya nivel de vida la de estos chicos que ya quisieran la mayoría de los treintañeros), y los efectos de posproducción para enmarcar la mensajería instantánea, más cursi y fluorescente si cabe.

 

Con esta forma de vida tan fastuosa para ser de talante juvenil –vaya noches maravillosas recorriendo Madrid– estas historias de amor para quinceañeras son el equivalente de las comedias románticas para los adultos. Claro que hay momentos que chirrían demasiado (como esa escena entre pingüinos que no viene muy a cuento).

 

Con los anteriores títulos mencionados durante este año, nadie se asombra de un guion elevado al cuadrado. No obstante, la trama está bien dosificada: empieza con el cliché típico. Una chica, Valeria (Charlotte Vega) se muda a Madrid en contra de su voluntad y tiene que habituarse a la nueva situación. Este será el primero de los muchos estereotipos que repasa el texto: la niña buena rubia versus la morena cañera (Michelle Calvó), o uno que ha dado juego y mucha química, la relación del chaval chuleta con la protagonista tímida. Y todo lo que ello conlleva mentiras, decepciones, viajes relámpagos y primeras relaciones sexuales idílicas (“podemos esperar todo el tiempo que quieras”). Porque esa es otra que esta realidad sobre la juventud queda más cerca de lo que narraba la Super Pop que lo que atestigua el Vice.

 

El club de los incomprendidos, Charlotte Vega y Alex Maruny

El club de los incomprendidos, Charlotte Vega y Alex Maruny

 

La relación entre Valeria y Raúl (Álex Maruny) pasa por unos viajes tan idílicos que parecen de anuncio de agencia de viajes. Porque el chico guapo de la historia es una caja de sorpresas, resulta ser un cinéfilo que aspira a convertirse en director de cine, de ahí que le enseñe La vida es bella en el cine que se monta en el jardín (por algo el título de la novela es Buenos días, princesa).

 

Las subtramas se han ordenado adecuadamente y también con problemas de amor a varias bandas: la principal, la de la protagonista con el chico ideal y el chaval misterioso de la calle (un poco creíble Patrick Criado), y la secundaria entre los otros tres incomprendidos (Ivana Baquero, Jorge Clemente y Andrea Trepat), acompañada con enamoramientos de profesores, despedidas tristes o humillaciones. Y amigas que parecen llevarnos por el mal camino…

 

El ritmo se sigue bien pese a que sea todo engolado. Sin embargo las moralejas que despliegan son de insulto al espectador, depositadas en frases dignas de volver a escuchar: desde sentencias manidas tipo “los tíos no entienden de señales” hasta descomunales oraciones como “Soy una suplente que ve el amor desde el banquillo”. Ni Menkes supera eso con Por un puñado de besos. Bueno, la presente no posee tanto desbarajuste. Cierto es que hay inspiraciones de otras historias, desde similitudes con Gossip Girl hasta las aspiraciones insolentes de ser la versión modernizada de El club de los cinco.

Raúl Arévalo con Charlotte Vega en una imagen de la película

Raúl Arévalo con Charlotte Vega en una imagen de la película

 

El elenco es llamativo solamente porque pertenecen a la nueva cantera de cine que viene. Algunos ya han hecho sus pinitos y despuntado como Baquero o Criado. Sus nombres sonarán. No se les puede juzgar por su inclusión en tan acaramelada historia. Hace ya diecisiete años Leonardo DiCaprio y Kate Winslet hicieron Titanic y ya el público se lo ha perdonado. Entre las figuras adultas aparecen Aitana Sánchez-Gijón, Belén López como mamás, Yon González convertido en profesor irresistible de gimnasia mientras que Raúl Arévalo es el orientador.

 

Sin drogas pero con moralinas mucho más temerarias, la capacidad que tiene para aturdir es bestial y más potente que muchos estupefacientes. El club de los incomprendidos es la vida vista desde las letras de la discografía de La Oreja de Van Gogh. Así que seamos inmaduros para adentrarnos en ella. Lo mejor es no tomársela en serio.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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