La Mitad de Óscar: De montañas de sal, silencios y Almería

Verónica EcheguiLa mitad de Óscar es una película lenta, transcurre despacio, como la vida de su protagonista, Óscar (Rodrigo Sáenz de Heredia), vigilante de unas salinas que parecen llevar años abandonadas. Su día a día es monótono y aburrido: de su casa a trabajar, donde mira eternamente los montones de sal, y de allí a la residencia de ancianos donde su abuelo, enfermo de Alzheimer, vive sus últimos días. Y vuelta a casa.

La vida de Óscar es monótona y repetitiva. Y sobre todo silenciosa. Óscar no habla más de lo necesario, para contestar y cuando lee el diario a su abuelo. Nos encontramos con una película que no tiene banda sonora. Manuel Martínez Cuenca (La flaqueza del bolchevique, Malas Temporadas) dice que quiere huir de lo sentimental, de lo melodramático.

La vida de Óscar se trunca cuando desde la residencia le dicen que su abuelo ha enfermado y le quedan pocos días de vida. Por si fuera poco, le dicen que han avisado a su hermana y que está en camino. Su hermana, María (Verónica Echegui) a la que hace dos años que no ve y que llega con un novio francés. ¡Pobre hombre! Y encima hay un secreto.

La mitad de ÓscarLa película apenas se apoya en los actores para construir el relato y todo lo hace el guión y el director.

Formalmente, nos encontramos con secuencias muy largas, en las que sobran segundos; diálogos cortos, de dos, tres frases; y nada de música, la banda sonora es el viento y el mar de Almería, cuando aparecen. Todo eso, sirve para apoyar la idea de la vida monótona y lenta del protagonista. También, planos en contraluz, con los personajes fuera de plano o de espaldas, según Manuel para «evocar«, en vez de contar, y «obligar al espectador a intentar mirar y descubrir«.

Como decía, el silencio es importante. Y por eso, cuando el silencio acaba en la vida de Óscar, todo la montaña de sal que se ha creado, se desmorona. Llega María, su novio Jean (Denis Eyriey) que no habla español, un taxista bocazas (Antonio de la Torre),… Y acaba cayendo y cometiendo una estupidez. Y al final, volvemos al silencio.

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