Las películas de ciencia ficción nunca me han llamado al cine. Siempre pasé de cualquier obra audiovisual que me enseñase mutaciones genéticas, invasiones extraterrestres o monstruos en el guión. Pero hay que reconocer cuando una pelicula está bien hecha, aunque en la pantalla encontremos criaturas de otros planetas.
Lo que diferencia al largometraje Monsters, dirigido por Gareth Edwards, de la mayoría de las películas de ciencia ficción es que la trama no se queda simplemente en los monstruos. Lo que funciona en la obra de Edwards -y lo que a mí, particularmente, me ha hecho disfrutar de la pelicúla- es la fusión de géneros.
Lo que inicia la trama es la idea de que un vírus invade la tierra seis años después de que la NASA haya probado la posibilidad de vida extraterreste en el sistema solar. Este vírus da inicio a nuevas formas de vida en la Tierra. Instaladas entre México y Estados Unidos, las «criaturas» necesitan ser detenidas por los militares de ambos países. La frontera ha sido puesta en cuarentena, y es conocida como «zona infectada».
El toque dramático de la peli está creado por la pareja protagonista. El periodista Andrew (Scott McNair) necesita escoltar a la turista, e hija del dueño del periódico donde trabaja, Samantha (Whitney Able), desde México hasta Estados Unidos. Para ello, los dos necesitan pasar por medio de la «zona infectada».
El autor utiliza el viaje de ambos y lo ocurrido durante la peligrosa aventura de cruzar la frontera para introduzir diálogos con cuestiones existenciales entre los dos. De este modo la ética y la moral también entran en escena, destacando el lado humano de los personajes mientras los acontecimientos durante el trayecto son cada vez más inhumanos.
Además, la posibilidad de trabajar muchas de las escenas con cámara en mano y con planos lejanos de los actores acentúa el tono dramático desde el princípio hasta el final.
Sobre todo, es necesario resaltar el trabajo del equipo técnico de la peli, formado por cuatro personas y dos actores, que crean la obra de manera totalmente independente. El director, que también firma el guión, prueba su talento al hacer funcionar un film con experimentación y audacia.
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