«Es simplemente el milagro de la vida«
Vayamos con la verdad con delante: No me he leído ninguno de los dos volúmenes anteriores de Zorglub. Ya está, ya lo he dicho. De hecho, este volumen nos llegó a la redacción de casualidad y, tirando de esa misma casualidad, me lo leí movido más por la curiosidad que esperando cualquier cosa (ni buena ni ala, sin expectativas) y me he llevado la sorpresa de estar riéndome apenas transcurridas las primeras cinco páginas con un robo que no sale mal, sale mucho peor que mal, y con un personaje que me da una ligera impresión, en esas pocas viñetas, de ser una suerte de Inspector Gadget maligno, con una hija (en lugar de la sobrina Sophie) y un mayordomo (en lugar de perro) para sacarle las castañas del fuego.
‘Bueno, un chiste le ha salido bien a José Luis Munuera, no tiene por qué repetirse‘, me digo a mí mismo, tratando de volver a centrarme en la lectura objetiva de este Zorglub #3: Lady Z… No hay manera, pasan tres o cuatro páginas más y me encuentro de nuevo esbozando una sonrisa al contemplar la cristalización de los planes del protagonista (si tuvierais una máquina de clonar y fueseis muy malvados, ¿qué es lo que haríais con ello? Seguro que lanzaros a contentar los sueños inconfesables de ricos mafiosos no estaría entre vuestras prioridades) y las consecuencias de dichos planes. No puedo negarlo, sin haber leído nada antes ni apenas conocer al personaje (villano en los cómics de Spirou) ya me declaro fan absoluto de sus historias y de su loca manera de actuar.
«¡Como Cersei Lannister a todo el mundo!«
En una época en la que crecen los villanos reales en los gobiernos de muchos de los países más poderosos del mundo, también proliferan los acercamientos en clave cómica a la figura del antagonista del héroe. Gru y sus minions es el que más fama (y entradas) ha cosechado, pero también hemos tenido a Megamind y, ahora, a Zorglub. Estas historias, lejos de reivindicar la figura del «malo» (como sí que podría pensarse que hace una cinta premiada como la del Joker del oscarizado Joaquin Phoenix), no sólo lo ridiculizan, sino que se centran en contarnos algo mucho más profundo e interesante: nadie (ni aún queriéndolo) logra ser completamente malvado. A Gru lo salvan tres niñas pequeñas, a Megamind el amor de una reportera y a Zorglub, pese a que sus planes maléficos y estafas sigan, la relación con su hija.
Pero no nos descentremos. Lady Z es un cómic que se lee del tirón y se disfruta a cada página. Me ha recordado mucho (por su dibujo, sus referencias y el estilo narrativo) a otras grandes joyas del cómic franco-belga que leía en casa de mis abuelos en el pueblo una y otra vez cada verano, sin aburrirme nunca de los argumentos pese a las relecturas por lo enormemente divertido de las aventuras que relatan.
Repito. No me he leído ninguno de los dos volúmenes anteriores de Zorglub. Pero ahora no descarto lanzarme de cabeza a por ellos.
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