«Les advierto de que fui campeón de boxeo en Oxford«
Yo me crié en los 80. Eran tiempos de Tintín, de Mortadelo y Filemón, de Astérix el Galo, del Don Mickey… y de un montón más de ejemplos más de literatura comiquera que me marcaron como a otros miles de críos de la época, pero que hoy en día no funcionan con la brillantez de antaño (como en el caso de la deplorable ¡El Cielo se nos cae Encima!) o que se limitan a buscar a su público de toda la vida (aunque la película de este año ha resucitado a los agentes de la T.I.A. en las librerías así que…) Experimentos como Bandette o Fede y Tomate son quizás demasiado tiernos para una nueva generación de lectores acostumbrados a la ultraviolencia y a la teleperversión.
Sir Pyle, un poco inconscientemente y un poco con toda la intención, viene a llenar el hueco dejado por las colecciones de antaño dirigiéndose a este público de nueva generación que perdió la inocencia hace mucho, casi a la vez que fueron destetados. Las aventuras de este mitólogo de cabecera conservan un halo que recuerda a los viejos tebeos de nuestra generación, pero su temática y su resolución hablan a las claras de otro tipo de público objetivo.
«¡No me digáis que os da miedo Papá Noel!«
Vale, dudo que Jean-David Morvan escribiese este cómic pensando en sus sobrinos de siete años que se pirran por las Monster High o por Hora de Aventuras, pero lo cierto es que no hemos de avanzar mucho en el tiempo para hallar al lector tipo de este cómic y la verdad es que este engreído y centenario personaje le va como anillo al dedo a esta generación de adolescentes descreídos y de vuelta de tantas cosas. Sir Pyle se mofa de los mitos con bastante mala leche y no me cuesta nada imaginarlo como complemento ‘viñetístico’ de algún magazine para que ellos (y puede que ellas) se rían a gusto de las historias para no dormir que les contaban sus padres sobre vampiros no luminiscentes.
José Luis Munuera es quien (excepto en el capítulo 3) ilustra las aventuras de este personaje. Este murciano de cuarenta y pocos tacos es un habitual colaborador de Morvan, aunque se estrenó a las órdenes del gran Joann Sfar (La Mazmorra). Su estilo nos deja con ilustraciones muy divertidas que ayudan a que este álbum nos entre por los ojos antes de leerlo tan siquiera. El diseño de Pyle S. Culapio desprende carisma y, aunque se le nota deudor de los dibujantes de otra generación, tiene el suficiente carácter como para diferenciarse y funcionar de manera independiente. Munuera es, junto a Morvan, quien ha sido el encargado de traer de vuelta en Francia a Spirou y Fantasio, suficiente carta de presentación para que nos quede claro el respeto que se le tiene en el país galo.
En definitiva, Sir Pyle se erige como una manera divertida de reírse de la generación que nos vio crecer y se dirige en un lenguaje un tanto gamberro a una nueva generación de lectores que guardan bastante poco respeto por los mitos que esculpieron nuestra juventud. ¿Qué le vamos a hacer? Nueva literatura para la generación que viene.
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