A pesar de tener una versión anime y un live-action, Kakegurui no deja de ser un manga de nicho (su planteamiento tiene un punto muy arriesgado: narra la vida estudiantil en un instituto que vive por y para las apuestas más absurdas y perversas); pero con un público fiel y entusiasta, todo sea dicho. De ahí que la obra original haya dado lugar -de momento- no a uno, sino a tres spin-offs u obras derivadas: Kakegurui Twin, Kakegurui Kari (inédita en España) y Kakegurui Midari, que es la que ahora nos ocupa.
«… Si hay algo que no tolero es tu carácter«
Y si arriesgada era la propuesta original, mucho más lo es esta Midari (miniserie que consta de cuaro volúmenes), pues se centra en la figura de Midari Ikishima, la psicópata entre las psicópatas de este peculiar universo creado por Homura Kawamoto y Toru Naomura. Porque ¿cómo abordas la historia de un personaje así? Aquí volvemos al recurrente dilema de los villanos protagónicos: ¿se les busca una historia que los justifique o se intenta mantener su espíritu? Kawamoto (que escribe también este spin-off, junto a Yuichi Hiiragi al dibujo) entiende que lo primero sería traicionar a un personaje anárquico y pasional como pocos y apuesta por la segunda opción con un relato que le evita posibles conflictos. ¿Cómo? Hablando de Midari a través de otras miradas.
Pensad en Joker de Brian Azzarello y Lee Bermejo. Kawamoto hace exactamente el mismo ejercicio. Nos presenta a Midari a través de sus relaciones con otras alumnas del instituto, quienes narran de primera mano como se ven arrastradas por su demente naturaleza. De esta forma, el guionista no solo evita ser indulgente con el comportamiento de su personaje, sino que puede explorar la influencia que ejerce entre la gente de su alrededor.
Kawamoto es consciente de que en un personaje pretendidamente incómodo y extremo como Midari, este es un factor muy importante; el lector tiene que percibir en sus propias carnes esas sensaciones y, al mismo tiempo, sentirse interesado por la inquietante figura protagonista. Así, apuesta por el camino quizás más sencillo, pero también más efectivo. Al igual que a Nureba (la primera a quien conocemos en estas páginas), nuestro rechazo y atracción hacia Midari van en paralelo, es imposible apartar la atención de ella y no preguntarse si su locura tiene algún límite.
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