Entre la mala suerte de su aventura editorial (la revista donde se publicaba, Comic Guys, desapareció prematuramente) y las ambiciones profesionales de Satoshi Kon (que pasaban por enfocarse en el anime con la que sería su ópera prima y uno de sus títulos más recordados, Perfect Blue) que le impidieron dedicarle el tiempo que precisaba, la trayectoria de Opus (así como la de Seraphim – 266613336 Wings) se truncó antes de tiempo, quedando inconclusa sin remedio.

Años después, sin embargo, entre las pertenencias de Kon se encontró un capítulo inacabado que sería publicado en una reedición de Opus (la que nos ha llegado a nosotros de la mano de Planeta Cómic) que ayuda a concretar las intenciones del autor con respecto a su obra y perfila una suerte de cierre a la misma (más o menos satisfactorio según las expectativas de cada cual).

«¡¡Como no me hagas caso, nunca más te sacaré en el manga!!«

Con la excusa del cambio de logo (la edición anterior figuraba Planeta DeAgostini y no Planeta Cómic), Planeta recupera nuevamente este icónico manga del malogrado autor, sin más cambio que la citada actualización del nombre de la editorial. ¿Y qué podemos decir? Que cualquier pretexto es bueno para traernos de vuelta el trabajo como mangaka de Satoshi Kon. Este manga tiene además la particularidad de adelantar muchos de los intereses temáticos que el autor exploraría durante su carrera cinematográfica, lo que le da un estimable valor para conocer su trayectoria. En este sentido, Opus se presenta como una obra capital dentro de su biografía.

En Opus realidad y ficción se cruzan de tal manera que los límites entre ambas parecen desaparecer. Por un lado tenemos a un mangaka atrapado en su propia obra y, por otro, a unos personajes que cobran consciencia de que sus vidas no les pertenecen, sus destinos y trayectorias vitales han sido escritos por otra persona. Trabajando desde los códigos del seinen, Kon profundiza en el proceso de creación y en cuestiones mucho más complejas sobre la naturaleza humana y el libre albedrío. Así, aunque los temas puedan ser densos, el autor los aborda con un estupendo sentido del espectáculo. La acción transcurre de forma muy dinámica, con muchísima fluidez y a nivel gráfico se permite jugar con las composiciones y perspectivas haciendo de Opus un auténtico derroche de imaginación.