Gabe Polsky, cineasta nacido en Chicago de ascendencia soviética, ha estado en nuestro país para presentar Red Army, un documental centrado en la figura de Slava Fetisov en el que habla tanto del afamado Ejército Rojo (el histórico equipo de hockey sobre hielo que marcó un antes y un después en dicho deporte) como de la situación política que se vivía en la URRS durante las décadas de los 70 y 80.
Pregunta: ¿Cómo ha sido tu acercamiento a esta historia? ¿Nació como un film de deportes y encontraste el reflejo en la URRS de la época o querías hacer una película de corte político y viste en el hockey el vehículo ideal para hablar de ello?
Respuesta: Mi pasión inicial era el hockey. Cuando tenía 15 años vi a los soviéticos jugando, yo era jugador de hockey, quería ser profesional. Mis padres procedían de la Unión Soviética, pero no sabía demasiado sobre mi pasado. Y cuando les vi jugar, para mí fue la expresión deportiva más profunda y creativa que había visto nunca, y creo que es el logro deportivo más increíble de la historia visto como arte hermoso y colectividad creativa. Fue increíble, me causó un gran impacto. También me preguntaba porque en Norteamérica el hockey, el sistema en el que jugaba, era tan aburrido, monótono, bastante restrictivo y limitado, no muy visionario. Eso es lo que inicialmente me hizo apasionarme por esto. Cuando quise saber más sobre este equipo, cómo vivían, qué hacían allí, cómo era todo este sistema, empecé a darme cuenta de que era un reflejo de la sociedad soviética, lo que ellos vivían era una metáfora de lo que vivían los rusos, los soviéticos. Básicamente, pude usar el hockey como una ventana a este relato más grande sobre los rusos y su historia. Pero no hubiera hecho esta película si simplemente hubiera sido sobre hockey o sobre política, quería asegurarme de que tenía grandes elementos humanos y que fuera más grande, más profunda, porque quería hacer una película increíble, tenía que tener esa clase de profundidad para alcanzar a la gente. Estoy en España por una razón, no porque a la gente le guste el hockey aquí. Nunca muestro esta película a gente a la que le guste el hockey, ni siquiera el deporte. Cuando la he mostrado, cuando la estaba montando, para conseguir feedback nunca se la enseñe a esa gente, porque sabía que primero iba la gente a la que no les importa el deporte o el hockey, que se enamoraran de la historia y del personaje. Ese fue mi acercamiento.
P: ¿Tener a alguien como Wener Herzog detrás supone una dosis extra de presión? ¿Cuál ha sido su participación en el film?
R: Herzog, aunque no participó en el rodaje de la película, ha sido una gran influencia para mí por las películas que ha hecho, cómo las ha hecho y la búsqueda que hay en sus películas, su estilo artístico es muy influyente. Produje una película que él dirigió, Teniente corrupto, así que desarrollamos una relación. Cuando hice esta película, cuando estaba casi terminada, se la enseñé para ver qué pensaba, y él fue el primer tipo que me animó, me dijo que era una película muy especial, que había conseguido algo muy importante y profundo sobre el corazón del hombre, sobre la amistad. Eso me dio mucha confianza. Él tenía confianza en el proceso de vender la película, en festivales y cosas así, fue una fuente de ánimo.
P: ¿Cómo lograste llegar a Viacheslav Fetisov, el protagonista de la película, un hombre que en los últimos años ha llegado a ser incluso ministro de deportes de toda una Rusia?
R: Todo comenzó con el contacto familiar que tenía con uno de los jugadores. Básicamente, ese contacto consiguió a uno, luego a otro, luego a otro. Empecé a entrevistar a estos tipos y al final llegué a Fetisov, el capitán del equipo, la cara del país, un tipo muy importante pero en realidad él no quería hacer la entrevista, porque él no sabía lo que yo estaba haciendo ni quién era. Al final, no sé por qué, me devolvió la llamada y el último día que estaba en Rusia me dijo que nos podíamos reunir durante quince minutos. Nos vimos, empezamos a hablar, y él no miró nunca al reloj, seguimos hablando y acabó abriéndose. Me dijo que en realidad nunca se había abierto así antes.
P: ¿Tenías claro que querías usar a Fetisov como centro de la historia o fue algo que surgió a posteriori?
R: En primer lugar, nunca supe que iba a llegar hasta él, mucho menos entrevistarle. No imaginaba que pudiera ser el personaje principal. Fue sorprendente, recibí la llamada, apareció y ahí estaba yo con el legendario Fetisov delante. Era intimidante al principio, es imponente, es como una fuerza magnética pero también intimidante, podía sentir la agresividad, es como un animal. Pero me centré, traté de no dejarme intimidar y empezamos a hablar. Después del primer minuto, supe que mi objetivo era no concentrarme en el hecho de que este era el gran Fetisov y sacar algo interesante de este hombre, y simplemente nos dejamos llevar. Así fue. Muchas veces las cosas, no sé, simplemente funcionan.
P: Siendo un título tan crítico con la URRS, ¿cómo fue la acogida en Rusia?
R: Después de Cannes, recibí una llamada para invitarme al Festival de Moscú. Era la película de apertura del Festival. Políticos, el Ministro de Cultura, directores de cine famosos, todo el mundo estaba allí, unas trescientas personas, era algo grande y yo estaba nervioso, porque la historia es sobre Rusia y su historia, soy americano, en aquel momento las cosas eran algo extrañas. Todo el mundo sentía algo raro alrededor. Estaba realmente nervioso, pensaba que podrían odiar la película, porque políticamente… Pero después del pase todo el mundo se puso en pie, aplaudieron, estaban muy emocionados. Sentían una nostalgia amarga, pero también… No todo es bueno, hay cosas que muestran que el sistema soviético era brutal y opresivo, aspectos oscuros, y algunas de esas personas eran todavía héroes y no salían demasiado bien parados. Pero al final a la gente le encantó la película, les encantó, a la prensa le encantó. No sé si se va a estrenar allí y cómo, pero a algunos de los jugadores que la vieron, al menos un par, les ha gustado. A Fetisov y Larionov les ha gustado, pero el resto no lo sé. Uno murió, Krutov.
P: A pesar de ser un film enmarcado en el género documental no sigues los preceptos del mismo y recurres a herramientas y recursos más propios de la narrativa de ficción.
R: Este es el primer documental que he dirigido. No puedo decir que sea un aficionado al documental, simplemente sé lo que me gusta. Mi idea es enganchar constantemente al espectador con cada momento de la película, y quería permanecer abierto a diferentes estilos y diferentes formas de hacer las cosas mientras mantuviera a la gente al borde de sus asientos, mientras les mantuviera emocionados e interesados, sorprendidos, felices, tristes y todas estas cosas. Quería usar todo lo que pudiera para expresar la esencia de esta historia, de esta gente, de los personajes. Como ves, hay cosas poco convencionales, como la niña pequeña con el tipo de la KGB. Sólo traté de usar todo lo que podía para que fuera interesante y único.
P: Siguiendo con la pregunta anterior, es algo que vemos no solo a nivel formal, el propio Fetisov, como personaje, sigue un arco evolutivo. Al principio es un tipo que parece un tanto soberbio, pero luego vemos como va cambiando y lo vamos conociendo…
R: Creo que es típico en la forma en la que percibimos a los rusos. La película muestra eso. No conocemos a los rusos al principio, es difícil empatizar con ellos, son algo descorteses y agresivos, y piensas qué les pasa a estos tipos. Pero cuando conoces la historia, cómo han vivido, las experiencias que les han moldeado porque han tenido una vida muy dura, empiezas a ver por qué él es así. Y entonces te empieza a caer bien. En cierta manera, ese es el propósito de la película: “Eh, esta es la persona que hay detrás de este tipo”.
P: Sobre el final de la Guerra Fría, ¿fue real? ¿Fue definitiva la llegada al poder de Gorbachov? ¿Terminó realmente con la caída del Muro y la Perestroika?
R: Obviamente, no. La pregunta es por qué ha empezado otra vez, por qué se produce ese antagonismo. Persisten dos mentalidades diferentes. Quizá en Rusia no quieren sentirse inferiores, o tienen algún tipo de complejo de inferioridad. Además, están intentando construir un orgullo nacional, una esperanza. Estoy intentando pensar por qué se produce este conflicto. ¿Es todo por el ego de Putin, que no quiere que el mundo occidental les presione o que le diga lo que tiene que hacer siempre? ¿Estamos nosotros trasladando simplemente la Guerra Fría a esta situación? ¿Por qué es un conflicto tan importante? ¿Empezó con lo de Ucrania? Porque de repente se ha producido esta guerra. ¿Era inevitable? No lo sé, son preguntas muy difíciles.
P: Volviendo al documental en sí, quizás se puede interpretar que la visión que se da sobre la URRS, sobre la estructura gubernamental que había, parte de un punto de vista muy occidental, la mirada es muy subjetiva. La propia introducción viene a decir algo así como “¡cuidado con los rusos!”
R: Cuando empecé la película sabía que el público americano no comprendía por lo que habían pasado los rusos. Teníamos que medirlo todo, pero había que mostrar lo ingenua que era la perspectiva occidental. Y empiezas a conocer a estos tipos, sus experiencias, quiénes son… He hecho la película y quiero que sea auténtica con esta experiencia, pero quería que en cierto modo los espectadores pensaran que ellos son esos ingenuos americanos que intentan conocer a estos tipos.
P: Y para finalizar, ¿qué opinión te merecen las películas deportivas?
R: Se han convertido en un tópico, y odio los tópicos. Cuando identificas un estilo, la película se convierte en algo predecible, te sientes como si te estuvieran manipulando. Odio eso y odio esa clase de cine de deportes, y no quiero que sea catalogada como una película de deportes. Era muy consciente de ello haciendo esta película. Hay muy pocas películas de deportes que me gusten, casi ninguna. Porque he practicado deportes y soy muy crítico con la esencia de estas películas.
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