Águila Roja, uno de los mayores éxitos de la TV en nuestro país de los últimos años, ha dado el salto a la gran pantalla con el claro objetivo de sorprender a sus fieles seguidores e intentar captar nuevos espectadores. Para ello han desarrollado una trama con mayor impacto y han usado el reclamo de la modelo Martina Klein, que hace su debut como actriz.
El paso de la TV al cine no siempre es fácil y se corren muchos riesgos. Un sector del público conoce muy bien a los personajes, pero para la otra parte pueden ser unos completos desconocidos. La clave está en saber presentarlos sin que resulte redundante para los seguidores de la serie.
Con un planteamiento así es fácil suponer por donde irán los tiros. La sensación que transmite la película una vez concluido su visionado es la de que hemos asistido a un capítulo doble de la serie y no a una película. Aquí la clave la vuelven a dar los personajes, pues ya no se trata sólo de que no los presenten, sino que no evolucionan. No hay ningún cambio en ellos desde los títulos iniciales a los créditos finales.
El film goza de muy buenas intenciones pero falla al plasmarlas en la pantalla. Es cierto que no hay una gran tradición de cine de aventuras en nuestro país, pero no por ello debe valer cualquier cosa. Las escenas de acción están poco elaboradas (y planificadas) y las coreografías de las peleas cuerpo a cuerpo son demasiado rígidas y mecánicas. Habiendo el héroe aprendido técnicas de combate orientales lo mínimo es esperar movimientos más fluidos.
Esta es la tónica de la película en todos sus aspectos. Se vende como una superproducción cuando no pasa de ser un producto de andar por casa.
Los actores se saben al dedillo sus papeles, pero los diálogos salen de forma automática, no transmiten nada. Entre las caras nuevas, Mariano Peña y Antonio Molero trasladan los personajes que llevan haciendo durante años a la Villa de Águila Roja. Bien porque no tienen más registros o (seguramente sea esto) porque se han dejado llevar por la comodidad. En cuanto a Martina Klein, se nota que no es actriz ni tiene la preparación. Lo que se denota de todo esto es una alarmante falta de dirección de actores.
José Ramón Ayerra ha seguido el mismo esquema que en la serie. Trabajo rápido para sacar el producto cuanto antes, sin reparar en los detalles ni corregir y mejorar las cosas. El resultado es, pues, un capítulo de dos horas. La película se quedó en una intención.
Deja un comentario: