Chanbara: El mundo suspendido

Chanbara. El Mundo Suspendido: Sueños de venganza

Chanbara: El mundo suspendidoEn su regreso (largamente esperado) a nuestras librerías, Chanbara cambia de tercio y, sin abandonar a sus protagonistas, abraza un tono más onírico y sobrenatural en un relato que, además, representa nuevas visiones de los personajes creados por Roberto Recchioni y Andrea Accardi. Aunque esa no será la primera sorpresa que nos encontremos.

 

«¡Vengo a ti desde muy lejos, herrero!«

 

En este ya cuarto volumen de la serie los autores ceden el testigo a Gabriella Contu e Isabella Mazzanti, quienes tienen la complicada labor de aportar su propio sello, pero sin renunciar al tono e idiosincrasia de la obra. Difícil, pero no imposible. La pareja creativa logra construir un relato novedoso, capaz de explorar otros terrenos, pero que encaja perfectamente en el mundo de Accardi y Recchioni.

 

Situado en algún punto posterior a La espada de la traición (quizás días o semanas), El mundo suspendido cede el protagonismo a Jun quien, al igual que su maestro Ichi, goza de cierta sensibilidad hacia las realidades intangibles que nos rodean.

 

Salvo la parte final, el grueso de la historia transcurre en una noche y relata el viaje de Jun por un mundo onírico en el que se cruza con diferentes criaturas del folclore japonés con el objetivo de encontrar a un problema de imposible resolución: ¿Cómo vencer a alguien que es invencible? Es ahí donde radica la clave que garantiza el encaje de la visión de Contu y Mazzanti en Chanbara, pues el peso de la acción no transcurre en el mundo real, sino en uno alegórico y de verdades vestidas de enigmas.

 

Chanbara: El mundo suspendido

 

En su búsqueda de respuestas, Jun se enfrenta no solo a espíritus o seres sobrenaturales, sino que debe verse a sí misma y aprender de las experiencias de quienes la precedieron. Su contacto con los muertos en este entorno extraño podría indicarnos que se trata de una visita a Yomi -el inframundo sionista-, pero nosotros apostaríamos por una construcción más aleatoria, producto del contacto de Jun con los espíritus, que la sumergen en una realidad al más puro estilo del país de las maravillas en la que encontrar sus respuestas. Sea como fuere, cumple su cometido.

 

El mundo suspendido es un relato estimulante, descansa mucho en el arte de Isabella Mazzanti -narradora asombrosa- y aporta una capa de fantástico -y fantástica- al mundo de Chanbara, preocupándose además por desarrollar a su protagonista, a la que enriquece con esa capa espiritual que ofrece ricos matices a un personaje que ya de por sí era de los más completos -gracias a su presentación en Las flores de la masacre. Bien es cierto que aporta relativamente poco a la trama principal de la serie, pero tras una espera de más de tres años y viendo lo bien que desarrolla su propuesta, tampoco podemos exigir mucho más. Solo que, ya sea con Accardi y Recchioni o con otros nombres (como las dos autoras de este volumen), deseamos el próximo tomo de Chanbara no se alargue tanto en el tiempo.

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