La saga Hasta el fin del mundo puede compararse a uno de esos blockbusters veraniegos que te prometen diversión sin límites pero que en el fondo no tienen ninguna sustancia. Ofrece unas horas de entretenimiento fácilmente olvidables. Una pena teniendo en cuenta toda la expectación que se había creado respecto a un evento que llevaba fraguándose varios meses.
Sin ser una mala aventura, no alcanza el nivel de historias recientes como Spider-Island que también ponían a Spiderman contra las cuerdas, tratando de salvar una situación de proporciones enormes. En aquella el objetivo era rescatar Nueva York, en esta Dan Slott sube la apuesta y obliga al trepamuros a luchar contra una amenaza global. Una amenaza que toma por nombre Doctor Octopus y los Seis Siniestros.
En Hasta el fin del mundo Slott pone al frente de unos vengadores de circunstancias a nuestro amistoso vecino, que deja de ser el gracioso del supregrupo para convertirse en su líder en su cruzada contra un Octopus terrible. El carismático villano se encuentra en las últimas, es un hombre moribundo que desarrolla un plan perfecto para dejar su huella antes su final. Así, el título de este arco argumental no hace solo referencia a la acción, sino que establece ciertos vínculos con la situación del villano.
En el fondo la historia se reduce a un duelo entre Spiderman y Octopus, es un preludio de lo que está por venir antes del comienzo de Marvel Now! y Superior Spiderman. El guionista incluso se permite hacer un guiño al respecto con una frase [SPOILER]del malvado científico en la que dice «¡Soy Otto Octavius! ¡Tengo… ah… una mente superior!»[FIN SPOILER]. Todo gira en torno al eterno enfrentamiento entre estos dos enemigos, al odio de Doc Ock hacia el héroe arácnido.
Envolviendo esta disputa nos encontramos con un conflicto que nos lleva por todo el mundo, en los que las grandes batallas son norma casi en cada página. Muchos fuegos artificiales, quizás demasiado para quien vaya buscando algo de profundidad. Este es un cómic de acción. Pura y dura. De entre todas las sorpresas, giros y peleas que nos ofrecen estos tomos destacan, sin duda alguna, el desenlace del tomo #73 (si estuviéramos en el cine hundiríamos los dedos en el reposabrazos de la butaca a causa de la tensión) y el estupendo tratamiento que se le da a Misterio, que a falta de los chistes de Spidey es quien se encarga de dotar de un poco de humor a la historia.
Por contra esa obsesión de Slott por recrearse en el complejo de culpabilidad de Spiderman empieza a ser desquiciante. A este paso se sentirá culpable hasta de comprar un paquete de folios: «¡Oh! ¿Por qué lo he hecho? Si hubiera escrito la lista de la compra en el móvil habría salvado algún árbol«. ¡Ya vale!
Pero lo más decepcionante es el final. En una historia en la que reina la espectacularidad un desenlace tan simplón no hace sino amargar la diversión. Algo que ya hemos visto no hace mucho en la serie regular de Superman, por ejemplo. Aunque para ser honestos, esta sosa conclusión no debe borrar la buena impresión (en base al entretenimiento) del resto de la obra. Y mirando hacia el futuro de la colección, tampoco era de esperar algo muy diferente.
Sin llegar a las cotas de otras aventuras de Spiderman (como su último desafío contra el Lagarto), Hasta el fin del mundo garantiza una buena dosis de diversión. Ideal para una de esas tardes ociosas en las que no apetece pensar ni hacer nada.
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