El primer arco de Superman llega a su fin. Con Brainiac amenazando el futuro de Metrópolis, el hombre de acero ha de enfrentarse a su primera gran decisión al tiempo que se convierte en el superhéroe que estaba predestinado a ser.
En esta tercera entrega se terminan de presentar los elementos más icónicos de la figura del héroe, sobre todo uno: el traje. Desde el primer número todos esperábamos con ganas ver el nuevo uniforme de Superman; y si ya nos sorprendieron sus vaqueros y su camiseta, la vestimenta «oficial» no iba a ser menos. Visualmente recuerda mucho a la que Herny Cavill llevará en Man of Steel, lo que nos lleva a preguntarnos ¿quién se inspiró en quién?
Lógicamente el cómic llegó antes, pero ante esta pregunta (surgida a raíz de la publicación de las primeras imágenes del film) Phillip Bouttte (ilustrador de vestuario de la película) confirmó que el nuevo traje sería de origen y diseño alienígena y que no habían tenido demasiado en cuenta el de los nuevos cómics. Visto lo visto, y leído este tercer capítulo, el «no demasiado en cuenta» es discutible.
Polémicas menores para un elemento que sobrepasa el apartado visual para ser una parte importante de la trama y para seguir ahondando en la mitología kriptoniana. Con ello Grant Morrison vuelve a demostrar porque es uno de los guionistas más reputados del panorama actual. Superman tiene suerte de tenerle.
«No voy a dejar que nadie amenace a este planeta. Te doy la última oportunidad»
Tras dos primeros tebeos con la acción in crescendo (intercalándose con viñetas y páginas de un carácter más explicativos), este pone toda la carne en el asador desde la primera escena, recalcando el esfuerzo (y sufrimiento) físico al que se ve sometido Kal-El… aunque para él «no hay nada imposible«.
Sin embargo, cuando llegamos a la segunda parte de la historia la acción pierde en emoción, debido en gran parte a que la trama secundaria (con Luthor y un grupo de humanos como protagonistas) tiene ya muy poquito de aportar y a que la épica que se respiraba en los números anteriores da paso a una resolución menos «espectacular» para hacer un guiño a los seguidores de la serie.
El epilogo sigue con estas concesiones, volviendo a poner en su sitio algunos de los aspectos que habían sido modificados con respecto al universo DC anterior. Falta de ambición para explotar los cambios hasta las últimas consecuencias o inevitabilidad por el peso del pasado. Pero todo hace indicar que nos quedaremos con las ganas de explorar algunas posibilidades que se parecían abrir. Otras, por suerte, siguen abiertas o están a punto de hacerlo.
«En fin… ¿Eres Clark que finge ser Superman o viceversa?»
Como ya ocurriera en Superman nº 2, la historia principal se acompaña de una aventura de Steel que sucede en paralelo. Como curiosidad estaba bien, pero en este nuevo episodio deja patente sus carencias. Steel pretende poner cara al heroísmo de la gente de a pie que da un paso al frente cuando la situación lo requiere. Muy heroico sí, muy humano también (en contraposición a los poderes de Superman), pero el guión de Sholly Fisch parece más un discurso propagandístico acerca de la fuerza de la unión y la bondad del pueblo que otra cosa. Mientras Steel siga a la sombra de Superman su imagen se va a ir deteriorando más y más. A día de hoy no es un héroe que despierte interés alguno.
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