El asco

El Asco: Sobredosis morrisoniana

El ascoLo primero que hice al terminar de leer El Asco (publica ECC Ediciones) fue preguntar al sector de la revista que alguna vez había expresado algún tipo de rechazo hacia la figura de Grant Morrison. Gonzalo Olmedo y RJ Prous. «¿Qué problema tenéis con el señor Morrison?»

 

«La clave de su obra es que no se entienda haciendo que las escenas entre sí no concuerden, ni que los personajes sepan lo que hacen»

 

«Tiene cosas que son excesivamente experimentales, hay veces que se le va la pinza»

 

Como veis, sus respuestas fueron bastante expresivas y de un fondo muy similar. Y, como podéis ver en nuestra relación de artículos sobre su obra, es un director que -para bien o para mal- nunca nos ha dejado indiferentes. ¿Pero por qué les hice aquella pregunta? Porque ni yo mismo tenía claro que pensar al respecto de El Asco. Si queréis descubrir a un Grant Morrison sin filtros, aventuraos a leer este volumen, 13 números que supusieron su segunda obra personal para el sello Vertigo después de Los Invisibles (que se publicaron entre 1994 y 2000), y que exprimían su imaginería y nuestra comprensión lectora.

 

Razón no les faltaría a Prous y Olmedo si aplicáramos sus respuestas a esta obra. El protagonista ni siquiera sabe quién es. Se debate entre lo que cree y lo que le dicen. Aprende y deduce en base a lo que experimenta. La sensación de desconcierto es compartida entre el protagonista y quien lee. El Asco exige una lectura activa y sosegada. Si pensáis afrontar el libro como un tebeo de pijameo, olvidadlo.

 

En este sentido la lectura es muy agradecida. Si lográis sobrevivir a los dos primeros capítulos y os aclimatáis a su libertinaje creativo, disfrutaréis mucho del viaje, por más que luego haya conceptos de los que no terminéis de entender. Este es, en el fondo, un poco el juego que propone Morrison. El autor crea un completo universo desde cero y nos arroja al mismo sin piedad alguna. Nos bombardea con conceptos e información y genera un cúmulo de reacciones que pelean entre sí: desconcierto, pavor, fascinación, asco…

 

El asco

 

El Asco es un Grant Morrison para profesionales, que no acepta medias tintas. Muchas veces falta contexto o información, saltamos de una escena a otra sin explicación, algunas incluso parecen entrar en incongruencias con otras… habrá quien piense que el escritor abona el terreno para que abramos la mente e interpretemos según nuestra percepción, y habrá quien piense que nos está tomando el pelo.

 

A esta experimentación hay que sumarle la brutalidad de su violencia (física y verbal) y una sexualidad que se siente cómoda en el morbo y la explicitud de tono (aunque el capítulo Pornomancer está ampliamente censurado). El Asco nos ofrece, pues, a un Morrison que se relame en el exceso y que es solo apto para valientes, para su público más entregado, pero que de entrada pone muchas cortapisas al lector casual y quien no comulgue con su faceta más experimental.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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