¿Qué tendrá la Muestra que nos vuelve locos? ¿Qué tendrá que yo, que llevo toda la semana aguantando un catarro salvaje, lo he desterrado de mi cuerpo para ir? ¿Qué tendrá que la cola, en una fría noche de jueves, daba la vuelta a la manzana? No lo sé. Puede que sea el sentimiento de familia que nos invade a todos los que por ahí aparecemos año tras año, la hermandad que surge por el gusto común por el cine fantástico y de terror, por las risas y las consignas que, de tanto repetirlas, han perdido parte de su significado inicial, pero han ganado al cambio una multitud de nuevas acepciones.

Y puede. Bueno, no, de esto estoy seguro. Que la Muestra Syfy de Cine Fantástico, que alcanza este año su decimosexta edición, ejerza un toque terapéutico sobre sus asistentes. Que sea un momento de salud para el alma de quienes esperamos cada año su regreso. Mi catarro se lo debo a mi trabajo y al estrés y la Muestra me quita esas tonterías de la cabeza bien rápido. Hasta a Leticia Dolera, que llegaba a esta edición algo más apagada de lo habitual después de un año en el que ha protagonizado (sin desearlo) varias agrias polémicas, le parece haber curado su reciente aversión por Twitter y por la fauna que en esta red social habita. La Muestra es salud. No física (cuatro días malcomiendo y maldurmiendo me van a dejar para el arrastre), sino mental y anímica. Uno sale cada día de las salas del Palacio de la Prensa con una suerte de energía que lo acompaña y le dura más allá del fin de semana largo que ésta dura.

16 Muestra Syfy de Cine Fantástico

Este año no ha habido sustos con la programación. Mejor aún, en la previa a la proyección de Capitana Marvel (estreno de relumbrón para olvidar la locura espacio-temporal del año pasado) se nos ha anunciado que la película de acción real que adapta el manga de Gintama (recientemente anunciada por Mediatres para su estreno el próximo 14 de marzo) tendrá su hueco en las salas 2 y 3 de los cines de la céntrica plaza de Callao. Es un detalle… Aunque no creo que ninguno de los que escribimos estas reseñas queramos sacrificar ni un minuto fuera de la locura de la sala de la mandanga. Ya habrá tiempo para disfrutar como es debido del filme de Yûichi Fukuda (Hentai Kamen).

Tras las presentaciones y los gritos de rigor (¡CANINO!) le ha llegado el turno al nuevo caballo de batalla de Marvel en su búsqueda de nuevos héroes que sustituyan a los Iron Man y Capitanes América de la generación que seguramente se despida con Avengers: Endgame. Capitana Marvel me ha gustado bastante, pero tarda en arrancar demasiado. Carol Danvers (Brie Larson) nos ofrece una primera media hora de zarandeos espaciales oscuros e indecisos que me han preocupado bastante. Suerte que luego cae en la Tierra, se encuentra con Furia (Samuel L. Jackson) y comienza el humor. Es sorprendente la química que existe entre los dos desde un primer momento. Da gusto verles bromear y es divertido ver al personaje de Larson dejar con la boca abierta una y otra vez al de un ‘rejuvenecido’ Nick Furia.

Capitana Marvel

Todo esto en una película que, sin ser nada nuevo en lo que a héroes se refiere (Capitana Marvel es una suerte de Capitán América que vuela y lanza rayos), sabe poner al frente a un personaje femenino sin que parezca necesitar en todo momento el apoyo de los hombres que la rodean y sin, y esto es todo un logro, que el producto parezca forzado. La Danvers de Larson mola y ya. No necesita más. No necesita sonreír en cada momento, ni ser infalible. La vemos caerse y volverse a levantar: Justo lo que nos hace admirar tanto a los héroes. Capitana Marvel se estrena en un 8 de marzo porque los de los estudios de cine no son tontos, pero por una vez he de aplaudir la coincidencia, porque Anna Boden y Ryan Fleck (directores de Sugar y Una Historia Casi Divertida) han sabido plasmar de verdad en pantalla a todo un icono feminista del extenso universo marvelita.

Prueba de que la película ha gustado al respetable es que sólo en un momento se ha escuchado jolgorio en la sala (salía la luna, tenéis que perdonarnos). El público de la Muestra es exigente, pero justo y sabio.

Y llevábamos un año entero esperando este momento de salud para el alma.