
«Mi vida está en tus manos«
Resulta irónico (o no) que Morrison, asqueado de Hollywood, no deje de trabajar en él y conciba una obra en la que exterioriza su hastío y desprecio al mismo; pero con una base muy llamativa para dar el salto a la pantalla y pagada por una de las grandes productoras de la industria.
Un guionista y su personaje se relacionan y discuten sobre quién es real y quién no. La ficción de uno son los recuerdos de otro y de la culminación del plan de uno depende la vida del otro, retorciendo por el sendero sci-fi y del terror las ideas que Unamuno explorara en Niebla o Marc Forster (guion de Zach Helm mediante) en el filme Más extraño que la ficción.
El problema de Aniquilador, más allá de filias y fobias respecto a Morrison como creador, es que se ve atrapada en sus propias divagaciones. La historia, a cada capítulo más desquiciada, aleja al lector de sus personajes ya difíciles de por sí (ninguno resulta especialmente simpático), hasta el punto de verse reducidos a meras herramientas que vociferan las reflexiones de su creador. No ayuda la artificial complejidad con la que Morrison viste el relato, saltando de un espacio a otro y despiezando a sus personajes (son varios a los que su intermitencia resta justificación y los hay que no tienen ninguna utilidad argumental) sin más ánimo que averiguar hasta dónde puede forzar a los editores que le publican. Porque él es Grant Morrison.
La edición de Norma Editorial se presenta en tapa dura e incluye, además de la miniserie original, unas pocas páginas de extras con bocetos e ilustraciones de Frazer Irving, así como textos de Grant Morrison describiendo a los personajes.
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