«Si yo no hubiera intentado robar el fuego del sol, nada de esto hubiera pasado«

Llevaba tiempo queriendo echar un vistazo a All-Star Superman y ahora puedo por fin hacerlo gracias al interesante trabajo de reedición que está haciendo ECC con su DC Black Label, un sello que agrupa desde nuevas historias cortas con equipos de prestigio a grandes hitos de la historia del cómic. Los clásicos que han caído dentro de este saco (el Batman de Jeph Loebb y Tim Sale, el Kingdom Come de Mark Waid…) nos llegan en un cartoné de los que crujen al abrir un poco demás el álbum, con la portada original recortada para superponer sobre ella el nombre del sello y con los cantos de las páginas en negro, todo un toque de distinción que es lo que hace que esta edición valga cuatro o cinco euros más que la original (cuya cuarta edición la editorial puso a la venta allá por 2018 y aún puede encontrarse en según qué tiendas de cómics).

La cosa es que tenía ganas. La portada de Frank Quitely me daba una cierta sensación de paz y la premisa de un Superman que sabe que se muere y ha de afrontar sus últimos días sobre la faz de la Tierra se me antojaba muy interesante. Sin embargo, no contaba con Grant Morrison, un tipo tan entregado a su peculiar forma de contar historias que llega un momento en la vida de todo ser humano en la que te acabas cansando de las continuas elipsis o de los tiempos fraccionados y de las historias que hay que leer del revés, haciendo el pino puente y mientras bebes una jarra de litro de absenta. Me ocurrió hace tiempo lo mismo con las novelas de Ken Follett (en CASI todas podemos leer con todo lujo de detalles una violación) o con las de Dan Brown (leída una…) y me pasa ahora con Morrison.

«No pensaba que pudierais salvarme«

Igual es incapaz de salir de unas estructuras en las que se siente cómodo, o puede que yo no sea su lector predilecto, pero lo cierto es que cada vez que caigo en una de sus obras me encuentro con grandes ideas, argumentos sensacionales y tramas de esas que afectan definitivamente a la vida editorial de un personaje de cómic… dejadas caer de forma descuidada por las páginas del tebeo que me ha tocado leer. Leer All-Star Superman es, en ocasiones, desconcertante. Hay saltos temporales que no tienen sentido ni necesidad, acciones que el autor se come porque piensa que todos damos por supuestas, pero que ayudan a hilar la trama y conceptos que se plantean sólo porque había que sumar muchas heroicidades para cuadrar las doce. Y me fastidia aún más porque me parece muy guay lo que se nos está contando, porque un Superman que se siente morir y que busca salvar una última vez a la humanidad a la vez que busca desesperado a quien lo sustituya me parece un concepto apasionante. Ojalá lo hubiera escrito alguien más convencional… o menos henchido de su propia manera de ver los cómics.

All-Star Superman

Honestamente, creo que este cómic merece una lectura. Pero en su conjunto se me antoja más como una historia del montón que como uno de los grandes pilares sobre los que pivota la historia editorial del gran héroe de rojo, azul y amarillo. Me resultan mucho más inspiradoras historias como Superman: American Alien o, si nos vamos al terreno de lo poco convencional, la recientemente reeditada Es un Pájaro… All-Star Superman se queda más como una superproducción cara que cualquier día cogerá Warner para llevar al cine, previa reescritura de todo su guión. Disfrutable por lo que cuenta, pero no por el viaje psicotrópico que nos obliga a hacer.