Panini Cómics nos trae de vuelta a Kate Bishop, de quien estábamos algo huérfanos tras su divertidísima etapa con Kelly Thompson al frente. Unos Vengadores Costa Oeste (que no era sino una continuación de su cabecera) y una presentación por todo lo alto en Disney+ después, Marvel Comics ha apostado de nuevo por la heroína para protagonizar nuevas aventuras en solitario. En esta ocasión encontramos a Marieke Nijkamp a los guiones y, al menos en este primer arco, a Marieke Nijkamp a los lápices.

«Tenemos algunos cabos sueltos por atar»

Siendo consciente de que, a priori, esta nueva andadura de Kate Bishop está concebida como miniserie y que ya se verá si tiene continuidad o no, la guionista plantea una aventura a pequeña escala, tanto en alcance como en ambiciones. Nijkamp acude a pequeños cameos de la tropa que suele acompañar a la arquera -los hay como Clint Barton que lo hacen solo a través de whastapps- más por dejar constancia de que conoce su entorno que por necesidades de la historia, que la solventan sin muchos apuros nuestra protagonista y su hermana.

Porque, como bien indica el título del volumen, en esta aventura todo queda en casa. Nijkamp busca en el pasado de Bishop de donde puede rascar para ofrecer una trama que resulte atractiva para el público. Y la encuentra acudiendo a uno de los elementos que más tiranteces han provocado en la trayectoria editorial de la joven vengadora: su familia. Lo último que supimos de esta disfuncional familia es que la madre de Kate era una vampira (en Vengadores Costa Oeste), ¿cuál es la apuesta de Nijkamp respecto a su hermana? Bueno, eso lo dejamos para que lo descubráis vosotros mismos.

Toda la aventura se mueve en un pequeño círculo de personajes que no chocan con ningún tipo de continuidad, evento, cruce… nada. La guionista asume el reto poniendo cierta distancia no solo con el resto del universo Marvel, sino con la propia trayectoria (reciente) de Bishop. Acude y alude a sus últimas circunstancias editoriales, pero la saca de las mismas, siempre con la intención de no pillarse las manos y complicar la trama más de lo necesario. El carácter de miniserie es notorio desde el primer momento. Eso mismo se traslada al misterio al que debe hacer frente, que se concentra en dos localizaciones: un resort de lujo y la casa familiar. La misma aventura es consciente de su naturaleza, tanto como para que Kate transmute en Deadpool o Hulka y nos interpele (a los lectores) en varias ocasiones.

Villanos de segunda, más trabajo de investigación que de acción superheroica y mucho desarrollo de las relaciones personales. Puede parecer poquita cosa, pero el resultado es sumamente entretenido y no se aleja en exceso del tono de las últimas aventuras de la arquera. Ahora bien, si esta iteración de Ojo de Halcón tiene la oportunidad de alargar su recorrido la autora deberá ser más ambiciosa para no fracasar en el intento.. Cosas de casa funciona como anécdota, más allá de eso es una historia que se queda corta.