Roll7 y Private Division no se han conformado con tener, posiblemente, uno de los grandes juegos del año con OlliOlli World (y su DLC), sino que han tenido que lanzar en verano otro juego que entra directamente en la disputa por convertirse en uno de los mejores juegos del año: Rollerdrome. Cuando se anunció Rollerdrome en un State of Play, fuimos muchos los que miramos aquel título con ilusión pues suponía un juego fresco, seguramente divertido, y que se convertiría en un reto a superar. Ahora, después de haber desentrañado sus pistas, de haber hecho todas las acrobacias posibles y habernos convertido en unos asesinos sobre patines, se puede decir que Rollerdrome es uno de los mejores juegos del año. No le hace falta ser largo, tampoco tener unos gráficos que dejan con la boca abierta, solo necesita dejar al jugador disfrutar y darle una ración de diversión como pocos juegos consiguen. Roll7 y Private Division saben de esto y han conseguido un mix de géneros que casan a la perfección para convertir en adicción patinar y disparar. Una auténtica locura.
En Rollerdrome encontramos una pequeña historia que quiere contar, pero que tampoco importa demasiado; aun así, es sencilla, sobre nuestra rivalidad contra otro rival y todo lo que intentan para que no consigamos ganar el Rollerdrome, el juego de éxito que se ha instaurado en donde la muerte está a la orden del día. La historia es lo de menos y solo son pequeños momentos en primera persona cuando pasamos de nivel, está para que esto no se convierta en un arcade donde solo entramos en los diferentes niveles para terminarlos. Y es que lo importante de Rollerdrome en como hace casar todo esto, tanto la historia como la jugabilidad. En cuanto tomamos en control de Kara, nuestro personaje, notamos lo sencillo de los movimientos, de las mecánicas y cómo quiere el juego que estemos todo el rato en movimiento sin parar haciendo las acrobacias más imposibles que podamos imaginar. En Roll7 saben que hacer acrobacias, disparar, esquivar y conseguir los objetivos era algo que podría ser complicado, pero todo lo ejecutan bien gracias a las mecánicas. El apuntado con las armas es automático, así que por ese lado solo tendremos que preocuparnos en apuntar en la dirección adecuada, el movimiento se inicia únicamente una vez y ya podemos empezar hacer piruetas.
Y es que estas piruetas son importantes para todo. No solo para crear una estética única, conseguir puntos y quedar el primero en la tabla de clasificación, sino que con ellas conseguiremos balas para las armas; y creedme, se agotan muy rápido. Hay cuatro armas en total, cada una con sus propias mecánicas y sus propias municiones, que no son igual para todas, por lo que tendremos que estar pendiente todo el rato de la cantidad que tenemos. En cuanto a ejecutar los trucos, es igual que ya pudimos ver en OlliOlli, pulsando los gatillos podremos hacer piruetas inimaginables que hacen que todo luzca increíble. Si el concepto de patinadora asesina era algo que podría volar la cabeza, verlo en movimiento es brutal. Coge lo mejor de los juegos de skate y de los shooter para hacer un juego único y divertido. Que no para de crecer y de motivar al jugador en querer ser el mejor. Si mueres, y se muere mucho, vuelta a empezar y a trazar una estrategia para poder sobrevivir más tiempo. Así son todas las arenas, excepto al final que tienen sus propios jefes finales. Quizás un pero que se le puede poner a Rollerdrome es que muchas veces el movimiento no es como querías y el personaje no responde del todo bien, por lo que nos podemos comer balas o golpes de gratis.
Su banda sonora es una auténtica locura, una especie de techno cyberpunk que nos mete de lleno en la materia y en la acción, motivando más al jugador. Rollerdrome es un éxito increíble. Es la muestra del talento que hay detrás de Roll7 y Private Division, que pueden decir que tienen dos éxitos en el mismo año. Rollerdrome es un juego que merece la pena ser jugado hasta el final. Una auténtica barbaridad y un desafío importante.
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