«Dile al universo que cierre el pico«

Atención. El presente artículo contiene spoilers como puños. Avisados quedáis.

Pues ya está. Ya llegó la boda mutante, ya pasó y ya estamos en lo de siempre, en lo que esperábamos y lo que menos afecta al adorado statu quo marvelita. No ha habido valentía (ya no queda nada de ella en la Casa de las Ideas post-Axel Alonso) y volvemos a las tramas grandilocuentes en las que pasa de todo pero en realidad nada pasa, porque hay miedo de que el experimento salga más y salirse del porcentaje estándar de ventas. Sacrificando el pelotazo puntual en pos del suave declive hasta que lleguen tiempos mejores. No puedo sino sentir pena cuando me encuentro con que el propio Marc Guggenheim ha tenido que plegar las velas de sus planes originales por presiones editoriales. Al final del evento tenemos una boda, sí, pero una de consolación que, aunque de lugar a una buena serie derivada, dejará para siempre todo esto en un quiero y no puedo infinito.

Y, además, todo esto convierte a Kitty Pryde en la eterna Novia a la Fuga de los mutantes. Echemos un poco la vista atrás hasta 2012 y veremos como los caminos de Kitty y Coloso se separaban con motivo del Cisma mutante. Acto seguido Gatasombra comenzaba a rehacer su vida junto a Bobby, el Hombre de Hielo que acaba (como quien dice) de salir del armario, pero durante la Batalla del Átomo le rompía el corazón y lo abandonaba para irse con sus pupilos de la Nueva Patrulla-X al espacio, donde conocería a Peter Quill. Con Starlord estaría a punto de casarse, hasta que las Secret Wars, primero, y la salida de Brian Michael Bendis de la colección, después, mandaran el proyecto a hacer gárgaras. Con Guggenheim se cierra el círculo y comienza una nueva vuelta en la rueda infinita del amor-desamor de la mutante.

«Parece que nos vamos al espacio exterior«

No me entendáis mal. No hay problema alguno en la indecisión de Kitty. Es pura realidad. Quién no ha sido alguna vez como ella y quién no conoce a algún amigo o amiga que ha ido pasando de pareja en pareja a lo largo de los años y siempre parecía que sí, pero al final no. El problema aquí no es ése. Es que todos estos vaivenes han respondido siempre a decisiones editoriales más allá de los deseos del autor de turno. Personalmente, me habría gustado que alguno de estos matrimonios terminara funcionando. Aunque fuera de manera temporal. Y precisamente. Porque habría sido interesante encarar la situación de una Kitty separada/divorciada. Y eso también sería realidad de la buena. Pero quizás no contentaría a los meapilas actualmente en los sillones de la redacción de Marvel, a quienes cualquier día les parece demasiado fuerte que Pryde sea judía y le hacen un rápido lifting de fe para devolverla al ‘buen camino’ de la cristiandad.

Patrulla-X Oro #78 (#16)

Estos dos números contienen mucha más chicha, pero es que esto se lo come todo. Lo estándar, lo que todos nos esperamos y lo que no se sale del carril es lo que mata las buenas historias y, por ende, las colecciones, las etapas e incluso a las editoriales. Marvel ha perdido una oportunidad de oro (nunca mejor dicho) para hacer historia y explorar un nuevo camino. En lugar de ello, harán lo propio con dos personajes alejados del foco. Lo malo es que se le ha dado tanto bombo a esta pantomima (llegando a hacer spoilers oficiales a través de los periódicos estadounidenses) que la imagen que todos queríamos ver ahora es cada vez más claro que nunca llegará a producirse. Y lo peor no es que hayan pisoteado nuestras esperanzas. Lo peor es que ya lo veíamos venir. Qué pena.